Llevamos desde el 2017 talleres de arteterapia a nuestros abuelitos. Cada jueves hacíamos arte, música y reíamos, nos conectamos, creamos vínculos que nos atan aunque no seamos de sangre. Adoptamos a un abuelito, luego otro y otro más.  Así comenzamos con un hogar de 40 personas y avanzamos hasta abarcar tres hogares con 130, con los que además de entregar algo terapéutico, los hemos aceptado como abuelos y ellos nos habían adoptado como nietos sustitutos.

Pero ha llegado este año y tenía otra agenda para nosotros con una pandemia tan cruel. La vulnerabilidad de nuestros adultos mayores ha sido presa de este despiadado virus y de lo inhumano del confinamiento; algunas vidas se perdieron y por intentar protegerlos los abandonamos igual, una paradoja que suena tan cruel como lo es.

Hoy, después de 6 meses de distanciamiento, hemos ido a verlos con la ilusión de volver a sonreír, pero no pudimos. La mascarilla nos tapa, queríamos abrazarlos pero no debíamos, el virus aún está presente. Debimos crear un lenguaje mímico que interprete cuánto los extrañamos, pero las cosas han cambiado. Algunos abuelitos ya no están, otros se encuentran más frágiles y deteriorados. La mayoría no nos reconoció.

Pareciera poco tiempo: sólo 6 meses, pero en el tiempo de ellos es suficiente para que sus vidas se agoten, nuestros rostros se pierdan y los recuerdos se guarden en los cajones del olvido, como tantas otras historias que permanecerán ahí, en silencio, hasta que volvamos a despertarlos.

Qué año tan cruel…

#volveremos

Más sobre este proyecto: Terapias que reviven los ánimos

Más sobre la autora: Yadyra Yañez y su centro de arte terapia