Annie de Acevedo se ha consolidado como una psicóloga colombiana reconocida principalmente por su trabajo en el campo de la crianza de niños, la educación y la familia.
Además de ser directora del KSI Centro de aprendizaje y psicología en Bogotá, Colombia, desenvolverse como terapeuta infantil y de familia, asesora, conferencista y directora de la Fundación Oportunidad, es columnista del periódico El Tiempo y acaba de publicar su décimo libro, El ABC de la Crianza. Nos responde algunas preguntas.
Annie, acabas de presentar tu décimo libro. ¿De qué va?
El ABC de la crianza es un glosario, un libro de consulta para padres de hijos de todas las edades. En cada letra hay un tema de interés para los padres.
En una palabra por letra, ¿cuál es el A, la B y la C de la crianza?
A es amor; B es balance entre amor y firmeza, C es compromiso y comunicación.
¿Realmente, la primera infancia es la parte crucial?
Es muy importante, pues es en esta etapa cuando se aprende lo esencial. El cerebro es muy maleable y todo se graba en la primera infancia.
¿Qué le dices a los que leen esto cuando ya sus hijos son adolescentes?
Hay mucho material sobre adolescentes en este libro. La adolescencia es la segunda oportunidad de grabar buenas y malas memorias. En esta etapa se logra establecer una identidad propia.
¿Cuándo concluye la labor de padres?
Cuando los hijos entran a la adultez. A los hijos adultos se les acompaña con consejos, pero ya la etapa de formación se termina.
¿Hasta qué edad se puede contribuir a la formación de los hijos?
Se contribuye más hasta los 21 años. Después ya es más difícil. A ellos ya les toca aprender de sus errores.
¿Consideras cierto que el problema actual es que los padres le tienen temor a los hijos?
¡Claro que sí! Los padres están intimidados por estos hijos tan falsamente empoderados. Los padres sienten culpa por no poder hacer más presencia y les dan a los hijos todo lo que quieran y no lo que necesitan. Los padres son los guías y no se pueden olvidar de esto. Los hijos, por saber más de tecnología, no quiere decir que sepan más de la vida.
La autoestima se construye con aceptación, ¿cierto?
Sí, con retroalimentación positiva, que implique aceptación y amor.
¿Dónde se traza la línea entre darles la aceptación que necesitan para sentir que son queridos tal como son y la presión para hacerlos dar lo mejor de sí mismos?
Lo uno no interfiere con lo otro. El buen amor exige porque sabe que el hijo puede dar más. Educar bien significa maximizar un potencial.
¿Hay estudios científicos que realmente muestren una causalidad entre uso de celulares y problemas de atención?
Es cierto, los estudios muestran que el abuso de tecnología tiene un impacto negativo en la atención, e igualmente es adictiva. Cada día que pasa hay más dispersión y dificultad para enfocar en una sola tarea. Todos están haciendo varias cosas a la vez, el famoso multitasking, que a la larga nos vuelve más lentos y dispersos.
La psicología se ha extendido y eso es bueno, pero se escuchan muchos diagnósticos alarmistas que ponen ansiosos a los padres y, por ende, a los niños.
Es verdad. La salud mental de los niños y jóvenes preocupa. ¡Uno de cada cinco niños presenta ansiedad! Cada día hay más jóvenes adolescentes deprimidos. Es un tema complicado.
¿Tienes algún consejo para las abuelas?
Las abuelas somos las llamadas a ser ese amor que no necesita ser formador. Somos el vínculo con el pasado y les damos un sentido de pertenencia a una familia. Tenemos que dejar lindos mensajes de amor que fortalezcan a nuestros nietos.
Annie de Acevedo: ‘El buen amor exige’