Jaime Matías, de cinco años, estaba jugando con una pelota en la sala. Kally Victoria, de tres años, apareció luego vestida con una falda, su cabello suelto y con una vincha. Ambos se sentaron en las piernas de papá, quien vestía jean y una camisa rosada, en un sofá en la sala de su casa.

Jaime Penedo ha celebrado el Día del Padre en Rumania y en Los Ángeles. Este año lo celebrará en su natal Panamá.

Al portero le gusta escuchar y recibir consejos, pero más que todo le gusta observar. Cuando se enteró de que iba a ser papá vio muchas acciones que quería replicar con sus hijos. “Le pedía a Dios mucha sabiduría -y le pido todavía-, para poder educarlos en casa, con buenos principios y buena filosofía de vida”.

La llegada de sus dos hijos las describe como “fascinantes e increíbles”. Dice que el niño es igual a él en físico y personalidad (es alto y delgado) mientras que la niña es más parecida a su mamá. Señala que los dos son bastante deportistas e inteligentes, pero resalta que Kally, a pesar de su corta edad, es muy atlética. “Jaime Matías es un niño muy noble, si te tiene que prestar el juguete, te lo presta, no pelea. Kally Victoria no te presta el juguete, porque ella quiere jugar con su juguete”.

Jaime recuerda que de niño se daba muchos golpes jugando. Una vez su mamá corrió al hospital con él porque se cortó la cabeza y tuvieron que suturarlo. Comenta que sus hijos no son muy traviesos, pero sí muy inquietos. “Son unos terremotos. Lo he dicho en varias entrevistas que estar con mis hijos es como mi segundo entrenamiento”, expresa el arquero con una gran sonrisa, al tiempo que relata que le encantan que sean así. “Son divinos”.

Con Matías, como llama a su hijo mayor, Jaime aprendió a cambiar pañales y darle comida, y aunque al principio con Kally no se atrevía a cambiarla, le tocó aprender. “Tuve que aceptar las responsabilidades, porque la faena en casa hay que asumirla”.

Penedo recurre a su madre cuando tiene alguna duda, así como su esposa a su mamá, sobre todo cuando sus hijos no están comiendo bien. “Soy 100% de que la sabiduría de las abuelas es única”.

De niño, vivió en Bella Vista y en Carrasquilla y lo que más recuerda es jugar fútbol dentro de la casa con sus padres. Le gustaría que sus hijos recordaran a su familia siempre unida.