¿Qué se esconde detrás de la postergación? ¿Qué ganamos con eso? Sí, por raro y oscuro que te suene, cuando no sales de una situación, aun cuando sabes que no es la mejor para ti, o incluso es dañina, esto se debe a que quedarte allí en el fondo te representa una ganancia.

Esa es la verdadera razón por la que no cerramos, porque hay un beneficio oculto, y voy a contarte cuál es para que puedas romper con ese patrón y liberarte de esos ciclos y etapas que restan en tu vida y perder ese miedo y aprensión a cerrarlos de una vez por todas.

Porque, claro, esa es la gran pregunta: ¿Cómo vencemos el miedo a cerrar? Recuerdo hace un par de años cuando terminé mi tratamiento de radioterapia; fue mi última sesión. Eso equivalía a que terminé todo mi tratamiento de cáncer. ¿Salí a festejarlo? ¿Lo postee en Facebook, Instagram, el blog, o lo grité desde el balcón de mi casa? Pues no.

Mientras el Dr. Britton me decía que ya habíamos terminado, a mí lo que me entró fueron ganitas de llorar, que me las tragué. Pero eso sí, las sentí así con cosquilleo en la nariz, ojo que se quiere desbordar y nudo en la garganta. Y me las tragué. Ya sé, qué tontería, ¿no? Como que estaba teniendo más miedo en ese momento que terminaba que cuando me dijeron lo de tratamientos que me venían encima con el diagnóstico.

Por supuesto no es que quisiera seguir, pero, en vez de sentirme lista para dar brincos por la calle, me encontré afuera del Centro de Radiación petrificada. No le dije a nadie que había terminado.

Igualmente hace unas semanas una amiga firmaba sus papeles finales de un largo proceso de divorcio. E igual, le costaba procesar que esa etapa había concluido. Solo después de horas pudo compartirlo con una persona.

En mi caso llevaba tantos meses en modo combate que el hecho de que me dijeran “se acabó” me dejó desubicada, como si me hubieran quitado lo que estaba siendo parte importantísima de mi identidad, así como si vinieran a arrancarme una curita de tres días que está bien pegada y, uno, dos, tres, ¡ZAS! Vaya y siga.

Es hora de dejarlo ir

Es hora de dejarlo ir

¿Cómo así? ¿Se acabó? ¿Y ahora?

Sintiendo esas emociones tan extrañas me vino una claridad aplastante. Entendí por qué somos capaces de: Quedarnos en una relación que no nos satisface o en un trabajo que no nos llena. Vivir en una casa que se nos viene encima o en una ciudad que nos agobia. Invertir tiempo y vida en una profesión que no nos representa, o solo hablar de ideas pero no lanzarte a ningún proyecto.

Entendí que nos identificamos con nuestro dolor. Que nuestra cruz se vuelve parte de nuestra identidad y cerrar ese ciclo requiere más valor que soportarlo. Porque requiere el valor de reinventarse. Postergamos indefinidamente porque cerrar significa empezar desde lo desconocido, desde algo sobre lo que no podemos ver el plan y nos sentimos sin ningún control.

Es impresionante cómo somos capaces en algunas circunstancias de elegir no ser todo lo felices que podríamos ser, antes de optar por lo inexplorado. Cómo estamos dispuestos a aceptar cierto nivel de miseria antes de salirnos de lo seguro. Pero, ¿qué estamos ganando entonces que nos mantiene allí?

Entendí que nos identificamos con nuestro dolor. Que nuestra cruz se vuelve parte de nuestra identidad y cerrar ese ciclo requiere más valor que soportarlo.

Postergamos porque, lo aceptemos o no, nos da miedo cerrar, desprendernos de una identidad que en verdad no somos nosotros, y ponerle la cara y el pecho a la siguiente etapa. Ganamos el no tener que meternos en lo desconocido y enfrentar el “¿y ahora?”, y no tener respuesta, ni ruta, ni idea de qué vendrá y qué hacer para enfrentarlo.

Y en este momento, donde la incertidumbre quiere dejarte estancada, yo me cuelo y te invito: ahora escribe tu historia, tu nuevo proyecto, tu nueva vida, desde cero. Ponle ganas, ponle garra, ponle valor. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que no funcione? ¿Que toque volver a empezar de nuevo?

Pues comienza otra vez y vuelve a ponerle ganas, garra y valor. Y mucho humor, que la vida es más llevadera si le echas humor. ¿Cómo será tu vida en un año, en 5 o en 10, si no tomas la decisión de cerrar de una vez esos ciclos y etapas que te tienen estancada, y empezar algo nuevo? ¿Qué puede ser peor que se te vaya la vida viviendo días planos u opresores?

Yo solía decir que, en esta vida, lo que no te sume que no reste. Lo que no te suma ya te está restando. Pues bien, ¿cómo vencemos el miedo a cerrar? Asumiendo y declarando que no merecemos una vida sin ilusión. Cualquier ciclo que estás evadiendo cerrar te opaca. Es tu hora.

Tú no eres tus cruces. ¡Eres tus ilusiones! En lo desconocido puede estar la chispa de tu vida. Vale la pena ir a ella.

3 preguntas para ayudarte a cerrar ciclos

1. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que no funcione? ¿Que toque empezar de nuevo?

2. ¿Cómo será tu vida en cinco años si no decides cerrar esos ciclos?

3. ¿Qué puede ser peor que se te vaya la vida viviendo días planos u opresores?