Mi dentista es una mujer amable y sensible a las necesidades de sus pacientes.  Sin embargo, cada vez que debo sacar una cita para limpieza de dientes, me veo dando prioridad a cosas como hacer el mantenimiento de mi auto que toca dentro de seis meses. En mi caso, el proceso me trae recuerdos de imágenes sombrías y herramientas metálicas con su respectivo ruido.

Como abogada, a veces olvido que la visita a un despacho legal pueda generar ese mismo nivel de estrés. Los abogados solemos usar términos que parecen de otro idioma.

Frente a un inminente proceso de divorcio que acompaña además una presión social, familiar y hasta retos laborales, la idea de visitar a un abogado resulta espeluznante.Para reducir esa ansiedad, comparto algunas ideas para prepararse.

1. Narra tu historia

Siempre es importante tener clara tu versión de los hechos. Antes de hacer esa cita, busca una copa de vino o una taza de té o café y siéntate a escribir lo que  estás viviendo.

La historia no es para el abogado. Es para ti. Luego, al leerla tú o escucharla, podrás identificar cómo comenzó y en qué etapa está.

También te darás cuenta de cuáles elementos son un drama innecesario y cuáles hechos relevantes. Aprovecha para depurar esa historia de calificativos y relatos que envenenan tu buen sentido común y que no aportan.

Te recomiendo, incluso, ensayar escribir un final que quisieras o al que aspiras. Aunque suene un poco loco, vale la pena definir cómo deseas que concluya tu proceso de divorcio.

De esta forma, puedes advertir al abogado, si es el caso, que no quieres terminar en un proceso de alto conflicto o que deben protegerse porque con tu ex no podrás negociar en forma pacífica.

Tener claro cuál es el resultado que deseas y el que consideras posible, le permitirá a tu abogado ofrecer las opciones que van mejor con tu plan de acción y darte el mejor y peor escenario.  Podrás ahorrarte tiempo y gastos innecesarios.

La primera visita al abogado de divorcio

La primera visita al abogado de divorcio

2. Enumera tus prioridades

Vale la pena hacer una lista para ti de las cosas que no son negociables. Los valores o creencias que te enorgullecen.  El bienestar emocional de tus hijos, tu salud física y mental, tu trabajo, la seguridad y la de tus hijos, tu espacio personal y profesional, etc.

Asegúrate de escribir tus prioridades y tenerlas en un lugar visible cada vez que debas evaluar opciones legales o tomar decisiones.  Pregúntate siempre si la decisión que tomas es cónsona con tus prioridades y con tus valores.

3. Aclara tus dudas

Sé muy poco sobre lo que hace mi dentista. Solo cierro los ojos.  Entrar y salir rápido es mi meta, y en eso estoy enfocada.

Entiendo que es difícil tener que relatar a tu abogado aquel momento cuando te convertiste en la peor villana. Es normal que te sientas confundida con tanta leguleya. ¡Pero no puedes huir!

No quiero decir que tengas que pasar horas ahí, pero sí permitirte el tiempo que necesitas. Si tienes dudas antes de visitar al abogado, lleva tu listita y antes de salir asegúrate de que repasaron todos los puntos.

Es posible que surjan otras interrogantes durante la cita; no temas hacerlas y asegúrate de que entiendes la respuesta que te están dando.

En caso de que realmente sientas que no estás en el momento emocional para entender lo que te explica el abogado, lleva a alguien de tu confianza para que te apoye escuchando y luego relatándote lo conversado.

¡Ojo! En este proceso el abogado te dará opciones, escenarios y recomendaciones, pero tú eliges.

Quien te acompañe no debe entorpecer el proceso con preguntas capciosas, comentarios negativos o críticas y sugerencias “constructivas”.  Busca en tu círculo 0 a alguien que sea bueno escuchando, ya que en este momento solo serán tus oídos, no tu cerebro ni tu corazón.

4. Tómate TU tiempo para decidir

Los procesos legales tienen términos, y tu abogado seguramente no es amante de trabajar “contra el reloj” ni “apagando fuegos”.  Pero las decisiones y el curso de acción que elijas impactará a tu familia por años.

Es importante que elijas un abogado que, además de confiar en su experiencia, tengan buena comunicación, entendimiento y congenien. Es razonable pedirle que te proporcione lineamientos sobre los tiempos, hablarle de tus expectativas, y en la medida de lo posible, permítete evaluar las opciones en un ambiente libre de presión y estrés.

Toma el tiempo que necesitas para disgregar la información que tienes a mano, y considera si tu estado emocional es apropiado para tomar las decisiones.  No dudes en pedir ayuda, pero con quienes te permitan mantener tu voz clara y alta, no que te apaguen.

Apóyate en tus psicólogos o psiquiatras para proteger tu salud emocional, y considera la opción de trabajar con un ‘coach’ de divorcio que te apoye a organizarte y alinear tus recursos en el proceso.

Tienes el control sobre tus decisiones de vida.  Confía en que tu abogado tiene la experiencia y claridad para ofrecerte el curso de acción legal idóneo, pero asegúrate de que comprendes y te sientes cómodo con la opción que elijan.

Son un equipo. Deja que tu abogado haga su labor, pero ofrécele la tranquilidad de trabajar con un cliente que no se convertirá en un Mr. Hyde.