“Mi’jita, aquí les traigo unas cositas para que las reparta entre las muchachas”, decía Tío Berna cuando llegaba a la casa de mis padres en David, Chiriquí. Esas “cositas” eran sacos de papas, lechugas, repollos y otras legumbres directamente de las tierras altas de Guadalupe, Cerro Punta.

Esa es la imagen que tengo de Bernardo González (q.e.p.d.), o Tío Berna como lo conocimos sus sobrinos y sobrinos-nietos. Cada visita de mi Tío Berna representaba que nos surtiéramos de los famosos productos agrícolas de las tierras altas. Y sí que estaba orgulloso mi tío de lo que nos traía. En ocasiones me decía: “Mire niña si esta papa es tan buena, que solo tiene que enseñarle el agua caliente para que se ablande”.

Hay que ver lo orgulloso que se ponía cuando sacaba las legumbres del saco para mostrarnos la calidad de sus productos. Tío Berna era lo más cercano que teníamos sus familiares a lo que era el productor del campo que vivía de sol a sol en las laderas de Cerro Punta. Era un ejemplo de trabajo y sobre todo de solidaridad para con nosotros sus familiares que trataba de visitar y ofrecer lo que podía producir con su esfuerzo.

A pesar de los años y las inclemencias de un trabajo agotador, era una persona llena de vitalidad. Recuerdo cómo nos contaba que se levantaba en la madrugada a bañarse en el río frente a su casa para emprender la jornada del día. Nada parecía detener su entusiasmo por la tierra, ni siquiera el persistente “norte” (lluvia ligera y constante) que caracteriza a las montañas chiricanas. Cada actividad que tenía que ver con los cultivos de hortalizas se materializaba en la figura de Tío Berna.

Sus visitas a David eran rápidas ya que el fuerte calor de la cabecera chiricana no era para él. Cada vez que nos visitaba se llevaba algunos productos que no se cultivan en las montañas como los plátanos, yuca, guineos y aguacates, que eran su pasión. Y esa era una de las preguntas que siempre hacía: “¿Ya tienen aguacates de mantequilla?” Era como una relación de trueque que teníamos con Tío Berna: legumbres por productos de tierra caliente. Tal vez él no lo notaba, pero era este sentido de solidaridad y deseo de compartir, por muy poco que tuviera, que hacía de mi tío una persona especial.

Por otra parte, en las ocasiones que visitamos a Tío Berna en Cerro Punta, se aseguraba que lleváramos papas, zanahorias o lo que tuviera cosechado para David. No solo teníamos las ventajas de recibir las legumbres sino la experiencia de presenciar las bellezas naturales del área y poder hacer algo de vida de montaña como recoger zarzamoras o berro de los canales de agua que pasaban cerca a su casa.

A mí me sorprendía ver cómo no se necesitaba de una refrigeradora para hacer una gelatina, ya que se ponía afuera para que cuajara durante la noche. El frío de Cerro Punta es aún más intenso en los meses de la temporada seca y esto nos hacía sentir como en Suiza. Todas estas vivencias se las debo a Tío Berna y sus hijos que nos acogían en sus casas para pasar unos días en un agradable clima.

Pienso que personas como Tío Berna están escaseando. Ese sentido de solidaridad, generosidad y amor por el trabajo honrado que siempre lo acompañó no se encuentra muy fácilmente. Siento que existe mucho egoísmo y una actitud centrada en el individualismo y las falsas apariencias.

En un mundo que parece andar más deshumanizado que nunca, es reconfortante pensar que algunos de nosotros podemos contarles de personas que han demostrado el valor de compartir con alegría. Las legumbres de Tío Berna pueden ser los buenos actos de los individuos que aún conservan ese deseo de ser humanos y que les mueve a dar de sus trabajos los frutos más valiosos.

Su recuerdo permanecerá en aquellos que conocimos su amor al campo, su dedicación y desprendimiento. Y hoy puedo decir que las legumbres que nos regalaba no solo alimentaban el cuerpo sino también la calidez humana que traía con ellas.

En tiempos de pandemia, cosechemos los buenos sentimientos humanos que cada uno de nosotros tenemos y busquemos el bienestar para muchas más personas con nuestras acciones.