La mañana en que la doctora Gina Della Togna nos recibió en los contenedores modificados que albergan el Proyecto de Rescate y Conservación de Anfibios de Panamá, ella debería haber estado bien lejos. En Nueva Zelanda, para ser precisos, en el Congreso Mundial de Herpetología, la rama de la zoología que estudia a los reptiles y anfibios.
Una confusión con la información migratoria truncó su viaje, pero al menos pudo presentar de forma remota su trabajo. Hace poco, su investigación en técnicas de reproducción asistida para especies en peligro de extinción le valió el Premio L’Oreal-Unesco Por las Mujeres en la Ciencia.
Al preguntarle cómo llegó a la ciencia, contesta sin titubeos que nunca estuvo fuera de ella. “Creo que nací así”, explica. “Siempre fui de estar en exteriores, de explorar, nunca me ha causado repulsión ningún animal, más bien despertaban mi curiosidad. De niña, yo era mucho de cuidar, de proteger, de no matar nada, ni siquiera las cucarachas”, afirma.
Gina Della Togna: ‘Todo tiene una función, desde el sapo más feo hasta la rana más bonita’
Cuando iba con su familia de paseo a una isla en el lago Gatún donde se veían muchos lagartos, perezosos y ñeques, la consigna era “¡Cuidado con los animales!”, pero ella pasaba horas siguiéndolos y observándolos, sin temor.
A la hora de elegir su carrera universitaria, no tuvo dudas: biología. “En ese momento no sabía en qué área me iba a especializar. Con el tiempo me daría cuenta”.
Las ranas, en problemas
Hace 40 años se detectó un hongo que ha diezmado la población anfibia. A Panamá llegó en los años 1990, y cruzó todo el país hasta 2014, en que se detectó en Darién. Explica Della Togna que cuando el hongo llega a un área donde anteriormente no estaba, los científicos encuentran cientos de ejemplares muertos al hacer expediciones de captura.
“Todos los anfibios dependen del agua y necesitan una piel permeable”, explica. “Pero lo que este hongo hace es adherirse a su piel, engrosándola. Las ranas se asfixian lentamente. Es una mortandad en masa”.
Gina, quien cuenta con un doctorado en Ciencias Biológicas con especialización en Biología Celular y Molecular de la Universidad de Maryland y un postdoctorado del Smithsonian Conservation Biology Institute (SCBI), detalla la importancia de estas criaturas en el ecosistema. “Mantienen vivas a especies paraguas” afirma.
“Aparte, en términos de servicio a los humanos, no estamos inundados con dengue, chikungunya, zika y malaria porque hay miles y millones de anfibios que silenciosamente depredan una biomasa enorme de agentes transmisores de enfermedades”. Por último, tienen toxinas con un gran potencial farmacológico y propiedades antiinflamatorias y antibióticas. “Hay una molécula en particular que es 100 veces más potente que la morfina, pero no es ni cerca de adictiva”, afirma. “Todo tiene una función, desde el sapo más feo hasta la rana más bonita”.
Las ranas tienen una desventaja, al compararlas con otras especies: no son carismáticas como los pandas, por ejemplo. “Es peor”, elabora Gina, “porque la gente ve un panda y dice Ayyyyy, pero ven un anfibio y exclaman Eeeeew. Les da asco”.
Gina Della Togna: ‘Todo tiene una función, desde el sapo más feo hasta la rana más bonita’
Ella enfatiza la importancia de educar y crear conciencia. “Yo me encuentro con personas que todavía no saben que la rana dorada está extinta en la naturaleza. Piensan que todavía hay en El Valle y en todos lados. Hace 11 años que no se encuentra una rana dorada en su hábitat”. Al respecto, explica que solo hay dos poblaciones de ranas doradas en el mundo: una en Baltimore, Estados Unidos, y la otra en Panamá. “Pueden ser unos 3 mil animales en cautiverio. No se pueden morir. Si se mueren, se fueron”.
Sin embargo, ella ha notado un cambio gradual. “Cuando subo a mis redes sociales fotos de una rana, al principio tenía reacciones de rechazo, ‘¡guacala!’, y ahora recibo comentarios de qué lindo”.
Gina Della Togna: ‘Todo tiene una función, desde el sapo más feo hasta la rana más bonita’
Gina Della Togna: ‘Todo tiene una función, desde el sapo más feo hasta la rana más bonita’
Biología sí, odontóloga no
Gina es la menor de cuatro hermanos: una publicista, una abogada y un arquitecto. Ella era la última esperanza de su padre, de que uno de sus hijos siguiera sus pasos en la odontología y continuara su clínica.
“Mi papá me decía que iba a vivir debajo de un puente, que qué iba a hacer de científica” recuerda. “Pero me mantuve y fui a matricularme [en la Universidad de Panamá]”.
Su mamá era química clínica y sí la impulsó en este camino. Durante su primer mes en la universidad se dirigió al Smithsonian Tropical Research Institute, donde actualmente se desempeña como investigadora asociada, y pidió ser voluntaria.
“Eso es como una lotería”, admite. “Te toca cualquier científico que esté de visita y que necesite un ayudante. Una de las primeras cosas que me tocó hacer fue meterme en un río con agua hasta aquí [señala su cintura] a capturar libélulas”. También atrapó murciélagos de noche y llegó a contraer un virus muy extraño. “Nunca supimos cuál”.
Gina Della Togna: ‘Todo tiene una función, desde el sapo más feo hasta la rana más bonita’
En el tercer año de la carrera decidió especializarse en zoología. En un principio, nunca pensó que llegaría a trabajar con anfibios. Sus ojos estaban puestos sobre los felinos.
Llegó a Maryland, Estados Unidos, para hacer su doctorado; el laboratorio de reproducción del SCBI es de punta en cuanto a la reproducción de pandas, elefantes y otras especies macro. Pero el director del proyecto le lanzó un reto.
“Nosotros aquí solamente trabajamos mamíferos, no hay nadie trabajando anfibios”, le dijo. “¿Qué te parece si haces tu doctorado con la rana dorada?”, preguntó.
Gina aceptó, debido a la crisis que ella sabía enfrentaban los anfibios. “No era algo a lo que podía darle la vuelta y decir: no, déjame con los felinos”, puntualiza.
Se fue a Memphis por una semana, para un entrenamiento muy básico. “Lo demás lo tuve que aprender a los golpes y desarrollar los protocolos sola”.
‘Nunca te preguntan lo que saben que sabes’
Al momento, Gina, quien acaba de cumplir 41 años y también labora en la Universidad Interamericana de Panamá, es la única persona en todo Smithsonian que trabaja reproducción de anfibios. Es un logro extraordinario, más aún en un campo en que el número de mujeres en posiciones estratégicas en laboratorios y centros de investigación continúa siendo inferior al de los hombres.
Mientras Gina estudiaba, su mamá fue diagnosticada con cáncer y murió ocho meses después, en 2009. “Fue durísimo. Aparte de eso, estaban todos los retos que implica hacer un programa doctoral”.
Gina Della Togna: ‘Todo tiene una función, desde el sapo más feo hasta la rana más bonita’
Gina Della Togna: ‘Todo tiene una función, desde el sapo más feo hasta la rana más bonita’
Muchas personas piensan que se trata de un programa meramente académico. Gina sabe que no es así. “Estos entrenamientos, principalmente en Estados Unidos, requieren mucha fortaleza personal, porque son muy retadores y hay demasiada competencia en un sistema basado en mérito”.
A lo largo de la carrera hay un comité evaluador que en algún momento se convierte en el peor enemigo de un candidato a doctor. “Te hacen un qualifying exam, cuyo objetivo es destruirte y dejarte desmoralizado en el piso”, recuerda. “Nunca te preguntan lo que saben que sabes; yo tenía 25 libros en mi comedor, estudiando todo lo que podía de todos los temas relacionados”.
Posteriormente le toca defender su investigación. A pesar de haber pensado que se trataba de un sistema terrible, luego se dio cuenta de lo valioso que fue: estaba lista para enfrentar un mundo muy competitivo. “La única forma que pases esos exámenes es que te hayas metido tanto a leer, estudiar, empaparte, no solo de tu tema, sino de temas similares. En las conferencias internacionales existen muchas animadversiones profesionales. También hay mucha corrupción, robo de información e ideas de investigación. Uno se enfrenta a un montón de cosas y debe tener la fortaleza, no solo académica, pero de carácter”, puntualiza.
“Ha sido un camino que ha requerido muchísimos sacrificios”, concede. “Le digo a la gente que uno debe ir tras sus aspiraciones, siempre y cuando esté seguro de ellas”. “Uno hace que las cosas pasen. Si me hubiera guiado en que la carrera no da plata o en que no iba a conseguir trabajo… son creencias de las que no se tienen certeza hasta que llegues ahí. Uno va haciendo el camino y cada quien llega a donde quiere llegar”.
Gina Della Togna: ‘Todo tiene una función, desde el sapo más feo hasta la rana más bonita’