Después de tanto tiempo de estar trabajando desde casa por teletrabajo, cocinando, limpiando, atendiendo a mis hijas, al perro, de estar pendiente de mamá y otras cosas más, experimenté el miedo de asistir a mi primer día de trabajo presencial parcial.
¿Por qué digo parcial?, porque es una realidad que esta figura del teletrabajo ya será parte de nuestras vidas. Será una buena alternativa para algunas empresas el poder otorgarle a quienes residen lejos, dependiendo del puesto de trabajo y sus funciones, trabajar desde casa algunos días.
No sería muy estratégico abandonar esta destreza alcanzada. Además, esta nueva normalidad nos llevará mucho tiempo o por lo menos lo necesario para sentirnos seguros fuera de casa.
Regresar a la oficina implica seguir varias medidas de seguridad. Empezando por las propias: ir cubierto con mascarilla, llevar gel antibacterial, y atomizador con alcohol para pasarse en las manos cada vez que uno lo considere necesario.
Al llegar a la oficina lo primero que hice fue limpiar bien. Rocié con un aerosol, que traje desde mi casa, todo mi puesto incluyendo silla, armario, gavetero, expedientes y cartapacios. Tomé papel toalla y limpié toda la cubierta del puesto con alcohol. Lavé mis manos y al pensar en sentarme de nuevo en mi silla lo dudé unos segundos. Al hacerlo, sentí todo tan extraño. Este tiempo tomó más que una licencia de maternidad.
Ver a la gente de nuevo, los pocos asignados, a algunos con deseos de abrazarlos, porque siempre habrá más afinidad y simpatía con algunos que con otros, y saludarlos efusivamente, pero eso no se pudo, tuvimos que sonreírnos con la mirada y hacer una que otra gracia para que se notara la alegría de vernos otra vez.
Y aquí viene lo bueno, este retorno requiere de todo un protocolo. Esto incluye mantener la distancia entre un puesto y otro; y llevar un control de la cantidad de personas presentes dependiendo del tamaño físico de la oficina y de las condiciones de la misma. Los que tenemos que atender público debemos seguir normas de seguridad para mantener el menor contacto físico posible y organizarnos con citas para que todos se sientan atendidos. A cada uno nos toca apreciar que estamos rescatando esa normalidad tan anhelada, con destellos de libertad y de ocupación.
Seguiremos en otra vuelta.