Me impresiona lo mucho que las cosas han cambiado desde mi niñez hasta la actualidad. Recuerdo con cariño las horas que solía pasar en el teléfono con mis amigas, escuchando sus voces mientras conversábamos de cualquier tontería que nos hubiese pasado aquel día.

También recuerdo cómo, a la hora de salir a jugar, la mejor manera de ubicar a mis amigas era ver cuál de las casas tenía la mayor cantidad de bicicletas estacionadas en frente. Muchos estarán de acuerdo en que esos tiempos se han quedado en el pasado y han sido reemplazados por pantallas y aparatos electrónicos.

Independientemente de cómo uno se sienta al respecto, la realidad es innegable: vivimos en la era de la información digital, en la cual el acceso a la información es relativamente fácil, inmediato, ubicuo y económico. Cualquier usuario de la web puede producirla y transmitirla.

Internet ha acelerado la velocidad de la información y derribado muchas barreras comunicativas. Gracias a los “me gusta”, “compartir” y “re-tweets”, la Internet habilita a sus usuarios a transmitir fácilmente información en tiempo real. Esta digitalización, la llamada cuarta revolución industrial, presenta un nuevo campo de juego tanto personal como profesional, en especial para los profesionales de la salud.

Todos los días los padres tomamos decisiones respecto a la salud y bienestar de nuestros hijos, y, al momento de hacerlo, queremos estar informados. En la actualidad existe una abrumadora cantidad de recursos fácilmente disponibles en Internet y redes sociales, lo cual puede dificultar tanto encontrar la información que buscamos, como lograr un análisis adecuado para elegir acertadamente. Entre estas decisiones se encuentra la vacunación, siendo de las más importantes para los padres si vacunar o no a sus hijos.

Grupos ‘anti-vacunas’

Hay muchas controversias en torno a las vacunas, que causan que los padres se cuestionen si deben vacunar a sus hijos contra enfermedades conocidas.

Según un estudio reciente, al menos el 80% de los usuarios de Internet busca información de salud en línea, y el 16% busca específicamente información sobre vacunación.

¿Vacunar o no a mi bebé? La decisión no debe estar solo en las redes sociales

¿Vacunar o no a mi bebé? La decisión no debe estar solo en las redes sociales

Aunque no está claro cuántos de los usuarios que buscan información en las redes sociales reciben vacunas, no podemos negar que el Internet juega un papel en la producción y difusión de información sobre la salud. También sabemos que hay personas que comparten regularmente información sobre vacunas en las redes sociales, sea o no confiable, y que el movimiento antivacunación utiliza estas plataformas como una de sus principales herramientas de comunicación y difusión.

Existen grupos “anti-vacunas” que especulan y aportan información negativa y sus afirmaciones no están basadas en evidencias científicas. Los portales antivacunas emplean contenido anecdótico para argumentar en contra de ellas.

Las informaciones de estos portales posicionan en el papel de “malos” a la industria farmacéutica, culpándolos en la mayoría de los casos de hacer negocios con su elaboración. Asimismo, estos grupos culpan a los doctores/médicos y al sistema de salud pública porque promueven campañas de vacunación, y de realizar una compra excesiva de vacunas por parte de los gobiernos. En tercer lugar, aparecen los medios de comunicación que comparten información a favor de las vacunas, a quienes también tratan de hacer ver como villanos.

De acuerdo con un estudio realizado por dos investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, los tópicos más importantes que abordan en estos portales anti-vacunas son: Virus del Papiloma Humano (VPH), gripe, sarampión, efectos secundarios de las vacunas, farmacéuticas y brotes de enfermedades.

Según una encuesta reciente realizada en Estados Unidos, publicada en la revista Epidemiology, Biostatistics and Public Health, las principales fuentes de información en línea sobre vacunas son: Facebook, Instagram, Pinterest y Twitter.

¿Vacunar o no a mi bebé? La decisión no debe estar solo en las redes sociales

¿Vacunar o no a mi bebé? La decisión no debe estar solo en las redes sociales

Una de las principales conclusiones del estudio fue que, a mayor uso de redes sociales como principal fuente de información sobre vacunas, menor probabilidad tiene un padre de vacunar a sus hijos siguiendo los esquemas recomendados en este ámbito.

Los principales motivos que impulsan el rechazo de las vacunas son: el miedo a que causen autismo, la preocupación por las toxinas que supuestamente contienen, las creencias sobre los beneficios del sarampión para el sistema inmune, la desconfianza en el gobierno, la desconfianza en las compañías farmacéuticas y la preferencia por un estilo de vida “natural”.

La decisión de no vacunar a los hijos no es cuestión de ignorancia, puesto que está bien demostrado, según varias investigaciones, que en general quienes se niegan a vacunar a sus hijos tienden a ser personas bien educadas y con mayor poder adquisitivo que aquellas que típicamente vacunan a sus hijos. El problema radica mayormente en la desinformación; al ser presentados con tantas vertientes de contenido, y al considerar que aquellos que publican información no confiable tienden a ser los que “gritan más fuerte” en las redes sociales, llega a suceder que algunos toman como ciertos los datos no verídicos con los que se encuentran.

Un ejemplo de cómo impacta esto en la vida real es que, en algunos estados de EEUU, solo el 70% de los niños de entre 19 y 35 meses de edad está al día con las vacunas, y en algunas comunidades, más del 25% de los niños en edad escolar tiene exenciones en su expediente médico. Estos números son muy preocupantes, considerando que no solo es la salud de estos niños la que está en juego, sino también la de aquellos que los rodean.

Entre los profesionales de la salud, no hay dudas de que la vacunación evita entre 2 y 3 millones de muertes anuales por difteria, tétanos, tos ferina y sarampión. Además, previene enfermedades y discapacidades (consecuencia de dichos padecimientos) y permite ahorrar costos en salud.

Pacientes que no quieren serlo

Comparto la predicción de Heidi Larson, una prestigiosa investigadora, sobre el impacto de las redes sociales en la vacunación: “el diluvio de información conflictiva, desinformación y la información manipulada en las redes sociales debería ser reconocido como una amenaza global para la salud pública”.

Los médicos nos enfrentamos a pacientes que ya no quieren ser “pacientes”, manejan mucha información y quieren tener un rol más protagónico en las decisiones sobre su salud y bienestar. Se espera que esta tendencia crezca a medida que los miembros de la generación nacida durante la era digital, los llamados “nativos digitales”, se conviertan en adultos y padres.

Los médicos seguimos siendo la principal fuente de información sobre vacunas, pero debemos esforzarnos en adquirir nuevas estrategias de comunicación para compartir nuestros conocimientos y usar las plataformas digitales para hacerlo.

Nunca hemos tenido tanto acceso a la información y nunca hemos sido tan vulnerables al engaño; estamos viviendo en una época en que los niños y otras poblaciones vulnerables están contrayendo enfermedades prevenibles por vacunación años después de que se pensaba que ya estaban eliminadas en el mundo desarrollado.