Conversando una tarde con la abuela de mis niños, me da la noticia que su nueva nuera, la mujer por la que mi ex y yo nos habíamos separado, la estaba pasando mal. Siempre andaba triste y estaba desconsolada porque su esposo (mi ex) cada vez que podía la trataba mal y peleaban.
No les voy a negar que me vino un torbellino de pensamientos (algunos no tan buenos) a mi mente. Recordé claramente el último año de mi relación con él y los episodios de discusiones por los cuales yo hasta sufrí de insomnio. Lo primero que pensé fue que lo que mal empieza, mal termina. En aquel entonces, tanto mi ex como ella estaban casados, por lo que me dije “¡ahí tienes!”, pero después reaccioné y recordé que de lo que llevas, traes. No gano nada alegrándome de la situación actual de ellos.
Me cayó la moneda y pensé en aquellos días en que les dejé el camino libre porque él había encontrado el amor de su vida; en que me afirmó que todo lo nuestro había sido un error y que las cosas eran complejas, pero como yo era la madre de sus hijos, él estaba en un dilema.
En muchas de las discusiones que tuvimos antes y después de separarnos, él afirmaba que yo tenía que cambiar… De pronto me encontré pensando que realmente no le desearía a nadie lo que yo pasé.
La abuela me pidió que tuviera la cortesía de hablar con ellos por separado o con alguno de los dos. Si era con ella, que la alentara a que no se dejara pisotear, ya que como mujer fuerte y que había tenido varios procesos, yo sabría hablarle. Si era con él, aconsejarlo a cuidar su nueva familia. Eso de la mujer empoderada me cayó como bomba y me pareció fuera de lugar. ¿Es en serio?, pensé. Qué abuso.
Está bien que yo he venido haciendo un trabajo de buena comunicación por el bien de nuestros hijos, y bastante que me costó lograr un balance entre perdonar, sanar y hacer todo con objetividad. A pesar de haber superado con mucho esfuerzo todo lo que me pasó, ni por un segundo debía permitirme pensar en que la nueva y yo podríamos tener una conversación como quien la tiene con una amiga, o en que él recibiría consejos de mi parte para la relación que escogió.
¿En qué cabeza cabe que ellos tendrían un minuto de mi tiempo para eso? ¡No señor! Hay muchas terapias de pareja y especialistas que pueden ayudarles. Desconectarme de todo lo que pudiesen estar viviendo en su relación fue clave para mi avance.
Qué va; por mucho pesar que me da y que no deseo que ninguna mujer pase malos ratos ni tratos, ¡que agarre su paquete!