Es 14 de febrero y me despierto con un mensaje en el teléfono que dice: “Hoy la pasaremos genial, ¡esta es tu noche!”.

Aunque yo de amores estoy desconectada, me dispuse a disfrutar el día. Me arreglo para ir a trabajar. Me subo al auto y enciendo la radio. Busco música movida, pero, por supuesto que todas las estaciones tienen sus programas especiales, canciones románticas dedicadas, concursos para ir a cenar en pareja y trivias para llevarse arreglos, y yo pensando si no tendrían premios para ir a un karaoke o happy hour con tu grupete. Seguro me lo ganaba.

Llego a la empresa y hay globos por doquier: rojos, rosados y blancos, algo así como en una fiesta temática. Saludo, veo gente feliz, sonrisas provocadas por unos chocolates, uno que otro ramo de rosas, arreglos frutales para las que guardan la línea, y una que otra chica a la expectativa esperando por su regalo. El grupo de solteros no se dejó y armó su tradicional intercambio. Recuerdo cuando yo pensaba qué regalar, organizaba la decoración y otros detalles para la noche que no podían faltar…

Mis compañeros de trabajo de muchos años no han escatimado en hacerme sentir querida. Me llenan de globos, chocolates y hasta flores; con decirles que mis flores hacen un arreglo de esos grandes y tropicales.

Es la hora del almuerzo y estamos viendo qué escoger. El menú va de italiano a japonés e hindú. Todos me invitan y decidimos celebrarlo en la sala de reuniones. Pedí que trajeran un par de los globos para las fotos: hay motivos para celebrar: Una tesis culminada, un cumpleaños que cae ese día, la noticia de un embarazo, el sexo revelado de un bebé, el ascenso de un compañero, una amistad desde kínder, libras menos en una balanza, y como es tiempo de verano, un viaje en crucero por el Caribe.

Al pasar la tarde, me encuentro muy feliz. El día ha sido distinto y lleno de momentos especiales. Justo cuando yo pensaba que me iba a casa, llegan ellas, las del grupito de Whatsapp. Sí, esas, las del primer mensaje de la mañana; esas amigas de toda la vida que han estado en mis aciertos y desaciertos, en mis triunfos y mis fracasos; esas que no te juzgan cuando te va mal, las que están a pesar de todo y que cantan contigo en un karaoke las canciones de Amanda Miguel, Alejandra Guzmán o Ha Ash. Al final, el objetivo es el mismo: celebrar con un par de copas o llorar en grupo.

Ellas habían hecho arreglos para que mi mamá cuidara a los niños, que para efectos prácticos, era mi única preocupación. Lo mejor del día es haber compartido con todos, con cada persona que sigue haciendo que mi vida sea estupenda, el mejor team: los amigos. Lo peor había pasado; los días de terapia, TV y cama habían acabado, y yo estaba lista para celebrar el 14 de febrero, esta vez sin Valentín.