La espera se me hacía tediosa. Las últimas horas, en los días de cierre, siempre son así. Cuando todo el trabajo ya está hecho, las notas editadas y corregidas, solo falta revisar las últimas pruebas en papel. El reloj en mi celular marcaba las siete pasadas.
Estaba aburrida. Ya había revisado Facebook e Instagram, llamado a mi casa para saber qué hacían mis cachorros, contestado chats varios y otras cositas más, mientras aguardaba las pruebas aquellas para apagar e irme a casa.
Esa tarde me habían pedido que escribiera para una edición futura una nota utilitaria con consejos prácticos para quienes tienen pensado viajar en crucero por primera vez. No es el tipo de artículos que usualmente escribo, pero aquí todos hacemos un poco de todo, así que lo apunté en mi cuaderno de cosas por hacer.
Decidí aprovechar esos momentos de estar haciendo nada para poner esa nota en marcha. Empecé a escribirle a viajeros frecuentes que conozco y a una conocida que tiene una agencia de viajes y es amiga mía en Facebook. Le mandé una nota de voz preguntándole si podía ayudarme, y lo que pasó a continuación fue un besito de la vida.
Me mandó de vuelta un mensaje de voz de un minuto y 19 segundos. Los voicenotes largos me fastidian, pero pensé que me estaba mandando los consejos por ese medio. Apreté play. Comenzó: “Con mucho gusto te ayudo. Fascinadísima. Pienso datos y te los mando. A propósito, ¿qué vas a hacer en enero”, prosiguió el mensaje.
Mis planes para enero eran seguir haciendo lo mismo que diciembre, o sea, nada en especial, pero conforme seguí escuchando, mi corazón fue dando medialunas.
“No sé si tienes vacaciones, o puedes coger vacaciones, porque estoy yendo en un crucero con gente de prensa y agencias de viaje y te puedo conseguir una tarifa prácticamente regalada en Oceanía Cruises. Nos vamos a Isla de Pascua y al Pacífico sur, meaning Tahití y Bora Bora”.
A medida que yo iba escuchando le iba chateando de vuelta. ‘¡¡¡No puedes ser!!!’, ‘¡¡mato por!!’, ‘¡me voy!’, ‘pediré vacaciones’.
Siguió hablando algo de cabina doble y balcón, pero yo ya estaba abriendo mi calendario para ver la logística y qué cosas iba a tener que cancelar. El baby shower de la prima podía esperar.
Entenderán que viajar me gusta más que comer helado e Isla de Pascua estaba en mi bucket list desde hace años. Digo que estaba, porque tres semanas después llegué a la tierra de los moai, así, de chiripón.
Fue una aventura increíble para mí y dos de mis hijos, porque iba a sacarle el jugo a esa invitación y meter en ese cuarto de crucero a todos los que cupiéramos. Además, conocí a gente maravillosa, ahora nuevos amigos, que hicieron de este viaje un derroche de buenos recuerdos.
De esta experiencia me quedan varias lecciones que les comparto:
• Cuando te pidan algo, siempre ten una buena disposición, que no sabes qué pueda salir de ello. Me quedo pensando lo que me hubiera perdido de no haber escrito ese artículo.
• La vida te pone en el lugar que debes, cuando debes estar. Y muchas veces te sorprende felizmente.
• El dinero es recuperable; el tiempo no. Por eso, cuando aparecen oportunidades, busca la manera responsable de hacerlas funcionar.