Estuve tan contenta con mi nominación a los premios Panamá en Positivo, que ni siquiera había contemplado la posibilidad de ganar. Hasta esa noche.
Vestida con un traje precioso que mis amigas me ayudaron a escoger, maquillada, y hasta peinada, estaba sentada en mi mesa el momento en que empezó la premiación. Y cuando anunciaron a la ganadora de la categoría de influenciador en positivo, y fue a la tarima, y dio unas palabras, me alarmé. ¿Qué tal si yo gano?, pensé, porque como no había considerado esa posibilidad, mucho menos el discurso de agradecimiento que iba a dar.
Aquí viene el spoiler. No gané.
Pero de todas formas, pasé los 40 minutos que transcurrieron entre la primera categoría y la mía (de comunicador en positivo), comiendo pan, tomando soda y armando en mi cabeza mi pequeño discurso impromptu.
No llegué a darlo, pero meditando en mi cama, horas después, ya en pijama, desmaquillada y sin los 30 bobby pins en mi cabeza, llegué a la conclusión de que no importa. Mi discurso es válido igual.
Lo primordial es la apreciación que nos damos a nosotros mismos. Aunque sí, es muy bonito cuando los demás también valoran tu trabajo, y aún mejor, cuando te hacen algún tipo de reconocimiento, como es el hecho de que te nominen a algo. Así que solo que mi columna se perciba como un aporte a quienes me leen, ya significa el mundo para mí. Por eso, más que honrada, recibí esa nominación con humildad y gratitud.
Sin más que añadir, estos son pedazos del discurso que no di:
En primera instancia, darle las gracias a D-s por todas las cosas buenas con las que me ha prodigado, e incluso por esas que se puedan catalogar como malas, porque es por ellas que he podido desarrollar mi potencial y crecer como persona.
También valoro a todos quienes a lo largo de los años me han leído y alentado, e incluso a aquellos que de alguna forma me han herido o menospreciado. Siempre me inspiro con esas lecciones de la vida.
Pero, y aunque esto suene arrogante (lo cual no es), me agradezco más que nada a mí. Porque a pesar de que las cosas a veces se ponen difíciles (como le sucede a todos), hasta ahora he seguido adelante. Medio arrastrada, pero lo hago, y lo hago por mi cuenta.
Cuando comencé a escribir de nuevo, hace seis años, tenía dudas de si alguien iba a querer leerme. Pero igual me di la oportunidad. Y así ha sido con muchas cosas.
Lo que trato de decirles es que es genial rodearnos de gente que nos acompañe y sostenga. Pero nunca olviden que, ultimadamente, somos nosotros los ingenieros de nuestras vidas.
¡Buenas noches y gracias!