Las personas no somos fósiles. Siempre estamos cambiando. (Quisiera decir que creciendo o evolucionando, pero ese no el caso con todos. Algunos involucionan o regresionan, así que me quedo en que todos estamos en constante cambio).
Yo lo noto mucho en las cosas que escribo. A veces me pongo a leer columnas viejas, y me sorprendo preguntándome: ¿yo en serio dije eso? No porque sea algo malo, sino porque ahora pienso diferente.
Por ejemplo, hace dos años escribí que la ilusión es la mejor gasolina. Y sí, sigo considerando que eso es cierto. La emoción de recibir lo que viene, la anticipación de ir por lo que nos aguarda, nos impulsa a actuar y a accionar. Pero ahora descubrí algo, si no mejor, igual de poderoso: el aburrimiento.
Leí en algún lado sobre un experimento que hicieron unos científicos con unos ratoncitos. Los metieron en una caja donde no había absolutamente nada, aparte de un botoncito que, al oprimirlo, hacía que les pasara la corriente. Según lo que leí en ese artículo, el objetivo de este experimento era con fines pedagógicos, creo, para demostrar que los niños prefieren recibir una retroalimentación negativa, que no recibir nada. Comparaban eso con los niños que se portan mal para que los regañen, pues optan por eso a que los ignoren.
Pero yo lo que desprendo es que los ratones prefieren que les pase la corriente, que permanecer aburridos en una caja sin nada que hacer.
No tomen mis palabras textualmente, porque no soy científica ni psicóloga ni bióloga, pero lo que yo concluyo es que el aburrimiento nos lleva a hacer cosas que pueden o no resultar ser malas ideas.
Miro a mis hijos y veo la evidencia al recordar todas las travesuras que tuvieron su génesis en sus días de servil aburrimiento: pintar con Sharpies las paredes de sus cuartos, hacer una piñata llena de huevos en la lavandería de mi casa, casi prender la cocina con bombitas, inundar su baño porque taparon la ducha para hacer una tina…
No crean que los adultos somos muy diferentes. El aburrimiento es catalizador de acciones que, bien encaminadas, nos pueden llevar a mejorar, e incluso sobresalir: adquirir un pasatiempo, estudiar algo nuevo, hacer voluntariado, viajar, divertirnos con amigas…
Pero cuidado, que también nos puede llevar a grandes estrellones. A mí me han pasado ambas cosas. ¿Y a ustedes?