Me imagino que a muchos de ustedes les habrá ocurrido que por casualidad se encuentran con una noticia y/o publicación interesante que contiene términos que le son totalmente desconocidos hasta ese momento. Quizás muchos concluyen la lectura del texto y continúan su vida sin más ni más. Yo, tengo un problema existencial y es que no me puedo quedar tranquila hasta que descifro el misterioso concepto.
Hace poco me encontré el término ayurnamat. Se podrán imaginar que no tenía ni una sola pista acerca de su significado, pero cuando lo busqué descubrí que es una palabra del pueblo Inuit que, aunque no tiene traducción exacta en ningún idioma, engloba el siguiente concepto, o más bien filosofía de vida, que me parece de lo más interesante: “no merece la pena preocuparse por las cosas que no podemos cambiar”.
Considerando que la vida diaria del pueblo Inuit no tiene un pelo de fácil —con tan solo pensar que deben desenvolverse en el frío del Ártico se me congela hasta el alma— tengo por fuerza que pensar que esta filosofía va mucho más allá de preocupaciones banales. Seguro tiene que ver con dirigir sus energías vitales hacia aquellas tareas que garantizan la supervivencia que es, en definitiva, lo más importante.
Creo que lo primordial es no confundir la “falta de preocupación” con irresponsabilidad. Lo cierto es que por algo hay que preocuparse, no lo sabré yo que soy una preocupada profesional y siempre tengo una buena razón para dedicarle tiempo a las susodichas. Casi siempre ocurre porque quiero adelantarme en la planificación de las cosas. Por ejemplo, si voy a viajar armo el Excel con todos los detalles tan pronto me entero del viaje y empaco la maleta dos semanas antes. Claro que suelo introducir pequeños cambios en las planeaciones según van surgiendo ideas, pero los vuelos, hoteles, transporte y demás se quedan como marco de referencia. Mi esposo, por su parte, compra los boletos de avión y empaca su maleta el día que viajamos.
Y así es con todo. No hay nada ni nadie que pueda lograr que el se preocupe hoy por lo que ocurrirá dentro de una semana, mucho menos dentro de un mes. Eso sí, llegado el momento, nadie le gana en los esfuerzos que invierte en el tema al que le llegó su turno. Le iría maravillosamente bien viviendo con los Inuit en el Ártico, si no fuera porque detesta el frío con alma vida y corazón.
Aquí leyendo esto que acabo de escribir concluyo por N vez que quizás el método de mi esposo es más saludable en el largo plazo que el mío, pero a la vez me digo que si me preocupo a plazos se distribuye el sufrimiento en el tiempo de forma tal que nunca es enorme. Se sufre de a poquito. El descubrimiento de Ayurnamat me llevó a palabras en otras lenguas que tampoco tienen traducción exacta, así es que quién sabe cuánto tiempo me pasaré vagando por otros idiomas desconocidos para mí. Digamos que me ha gustado Ádvaita del sanscrito que insinúa que solo existe una realidad. Por supuesto, que existe solo una y no es un asunto de percepción.
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