Llegó el tiempo de campaña. Ese en que todo lo que se escucha por la radio, la televisión, las cenas y convivios, en fin, en todo tiempo y lugar es el temita de la política. Unos tratan de convencer a otros de que su candidato es el que es y, ante la imposibilidad de este evento, entonces dedican algo de tiempo a ensuciar la imagen de los demás candidatos. Nada de esto es nuevo. Lo venimos viendo desde que Panamá es país. No por eso nos gusta. Pero como dicen por ahí: “es lo que es” (It is what it is).

A los ciudadanos nos toca la difícil tarea de escoger a aquel líder que no encontramos y rezar porque la torta al final no sea muy grande, o por lo menos no tan grande como las últimas. No se ve la luz al final del túnel.

Yo lo que me pregunto es ¿en qué hemos fallado? ¿Cómo es posible que en los años que llevamos de ser república no hayamos aprendido nada sobre el arte de educar panameños capaces de llevar las riendas del país de manera eficiente, eficaz, honesta y pensando no en las próximas elecciones, sino en la próxima generación? Aclaro que ciudadanos como el descrito existen. Claro que existen. Lo que pasa es que evitan participar en el oficio de gobernar, pues el mismo se ha vuelto tal lodazal que nadie se atreve a entrar al charco.

Entre las cosas que uno puede hacer para votar responsablemente está leer los planes de gobierno de cada candidato, aunque sea por decir que uno hizo el esfuerzo, porque no es mucho lo que dicen. Prometen que van a arreglar lo que está dañado -que es todo- pero ninguno dice cómo. He allí el problema. Lo que necesitamos saber los votantes no es conocer qué es lo que sueñan con hacer, porque soñar cualquiera puede, sino cómo van a lograr que esos sueños sean realidad. Eso no lo encuentro por ningún lado.

En los documentos que he leído hay cientos de verbos en infinitivo que indican, vuelvo y repito, lo que sueñan con hacer. Yo quiero que me cuenten cómo van a lograr que los maestros y profesores enseñen como Dios manda y se dejen evaluar; cómo y cuándo es que van a nombrar magistrados honestos y con trayectoria impecable; cómo van a lograr que una asamblea -me reservo los adjetivos pues son ofensivos- produzca una Constitución que valga un real. Busco y busco y nadie me dice cómo.

Se acerca la fecha y seguimos sin respuestas. Igual que sucede cada cinco años. Y cada cinco años yo también acaricio mis sueños, pero me quedo en solo eso. El principal es alguna vez, antes de morirme, depositar mi voto en una urna con el pleno convencimiento de que esa persona será el estadista que nuestro país necesita desesperadamente. Estoy cansada de los gobernantes, quiero algo más. Creo que Panamá se merece mucho más.

Hay días en que me arrepiento de no haber entendido antes que si la gente honrada y trabajadora se mantiene al margen de la política… solo nos queda lo que tenemos ahora. Me abstengo de adjetivos porque son ofensivos.