Miren esto: el año en que cumplí 40 años fue el mismo en que se estrenó mi columna en esta fabulosa revista Ellas. Fue un experiencia nueva, fantástica y retadora para mí. Honestamente, les confieso que jamás pensé que se extendería por más de 25 años, pero ya ven, aquí estoy todavía dando guerra.

Pero este texto no es sobre mí ni sobre los 40 años que amé profundamente, pues a pesar de todos los enredos que me presentaba la vida en aquellos momentos, tengo que reconocer que tiene uno la energía y la claridad de mente para superar cualquier cosa. Este texto es sobre esta revista que amo y en cuyas páginas he consignado una tercera parte de mi vida.

Esta revista, que he visto evolucionar de un mmm… ¿cómo ponerlo? Folletito, suplemento, conjunto de páginas sin engrapar, sin refilar, sin portada satinada, sin portadilla y con muy pocas páginas ha sido un hogar maravilloso para mis cuitas y lo agradezco enormemente. No saben los miles de dólares que me han ahorrado en médicos para la cabeza y el corazón.

Es entonces en este mes de agosto, mes de aniversario, que aprovecho para felicitar a todos y cada uno de los personajes que de alguna manera tuvo algo que ver con el crecimiento de Ellas. ¿Cómo olvidar que llegó a ser el medio en el que todo comerciante del país quería tener una página para lo que reservaban sus espacios hasta con un año de anticipación? ¿Cómo olvidar que fue cuna de muchas de las grandes periodistas que ha visto crecer este país? ¿Cómo olvidar que en esas páginas se probaron grandes ideas, ideas innovadoras que resultaron ganadoras? ¿Cómo olvidar que la revista Ellas ha sido una de las grandes historias de éxito del periodismo panameño?

Así como por viajar momentáneamente al pasado, esbozo una sonrisa al recordar que mi columna empezó siendo media página cada 15 días compartiendo espacio con el ilustre y muy querido escritor César Young Núñez, lo cual no podía menos que considerar un honor enormísimo. Que mis locuritas se consideraran aptas para ocupar el mismo espacio que aquel personaje, aunque no fue el primer espacio que ocupé en estas ilustres páginas, ese le correspondió a Cartas a Carmen, aquella columna del corazón en la que se absolvían problemitas de lectores.

Mi agradecimiento grande, con abrazo apretado, tiene que ir a María Mercedes de Corró -Chelle- quien un día tímidamente “se pidió” la columna de Carmen para el suplemento en que hacía poco se había estrenado como directora. Ella supo ver más allá. Y fue con esa visión que armó su equipo soñado, su dream team, el que llevaría Ellas a la cúspide. Supo tomar todo lo bueno que habían creado sus antecesoras, que era mucho, y multiplicarlo.

En realidad, me gustaría usar este espacio para poner todos los nombres de los profesionales que han hecho esta revista grande en sus 40 años, pero alguien se me quedaría por fuera, porque ya yo no tengo 40 y la memoria me juega malas pasadas y sería un crimen cometer una equivocación tan grande. Pero todos saben quiénes son, cómo olvidar el haber formado parte del equipo de Ellas. ¡Brindo por los próximos 40!

* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

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