Si todo ha ido bien en el universo de los viajes y del Covid-19, hoy, viernes 22 de abril, mi esposo y yo deberíamos estar en León, España. Desde el día 20 de abril que viajamos a este bello país calzamos solo botas de senderismo y ropa de peregrinos. Así como la canción “con la misma ropa anda”.
Mañana es el día para iniciar nuestro Camino y lo escribo así con mayúscula porque es una especie de ente con vida propia y de allí, que donde sea que encuentren una referencia al mismo, verán que la palabra empieza con una C grande. Y así va la cosa.
Decidimos pasar un día en León que es una ciudad hermosa y que, cuando uno aterriza aquí como peregrino rozando el mediodía o un poco más tarde, y luego de alrededor de quince días caminando no quedan ni mucho tiempo ni muchas energías para recorrerla así es que lo haremos antes de partir. Cuando ustedes lean esto ya debemos tener en mano nuestra Credencial que es la especie de pasaporte que se necesita para entrar y pernoctar en los albergues de peregrinos que hay en la ruta. El plan es caminar catorce días o quince, ya veremos.
Cierto es que este Camino no será tan espontáneo como el que completé en 2010 pues las limitaciones de la pandemia hacen que eso de llegar a tocar la puerta a un albergue a ver si tienen cama no sea tan sencillo como de costumbre. Los aforos se han reducido, muchos albergues cerraron para no volver a abrir y eso obliga a decidir dónde va uno a detenerse desde antes de partir. Este sistema no me gusta tanto como el anterior, pero las cosas son como son y hay que amoldarse. Lo importante es que podremos hacer Camino y como el Papa extendió el Año Santo Jacobeo hasta fines del 2022 pues podremos entrar a la Catedral por la puerta santa y demás. Siempre es emocionante. El próximo no toca hasta el 2027 cuando el 25 de julio caerá en domingo.
Espero repetir la visita nocturna al Monasterio de Santa María del Carbajal pues los oficios de las benedictinas son hermosos y es bueno llevar una bendición contundente al Camino. Por supuesto, la Catedral no puede faltar en el itinerario pues sus vitrales son de quitar el hipo. Seguro ya habremos recorrido gran parte de lo que tenemos programado, pero como son estas cosas: quien sabe. Nada importa una vez que se empieza a caminar. Mmm… quizás el dolor de pies, pero con eso ocurre como con los partos, una vez finalizada la etapa, se olvida.
Espero poder ir compartiendo con ustedes las vivencias de este año que, como han visto, serán muy diferentes a las del 2010. Tanto así que hemos planeado pernoctar en varios destinos que no visité en aquel año. Otros, los que amé, por supuesto, se repetirán. Y, estando así las cosas, y sentada en mi escritorio en Panamá apenas soñando con el viernes 22 de abril, los voy dejando porque hay detalles que organizar antes de la partida. Y los que se quedan recorriendo su diario vivir les deseo ¡Buen Camino!