Ya ustedes saben que yo me gradué de secundaria en el año 1973. Según mi cuenta éramos poco más de sesenta compañeras en la promoción, aunque acabo de confirmar con una de esas cuya memoria permanece igual que cuando entró a kínder que el número exacto era sesenta y tres, más yo, que me cuento como miembro de la promoción a pesar de no haber completado el sexto año con el grupo, sesenta y cuatro. Anotaré el número para futuras referencias.

Bien, en estos casi cincuenta y un años que han transcurrido desde aquella despedida, nos hemos mantenido muy unidas —casi todas— y, ajustándonos a los avances tecnológicos, es obvio que tenemos uno de esos chats multitudinarios en los que a diario aparecen mil caritas, stickers, emojis, noticias de actualidad que nos manda la que está al día con todas las nuevas leyes, desvíos de calle y moratorias, saludos de cumpleaños y otras informaciones. Es muy movido. Lo cierto es que por falta de actividad no lo cerrará WhatsApp.

Tenemos una secre —o varias— que se ocupan de mantener las listas al día, en la medida de lo posible. En los viejos tiempos esas listas incluían números de teléfono —fijos por supuesto— el nombre de casada, y en algunos casos, el regreso a la soltería y toda la información que era de utilidad en el siglo XX.

Entonces ahora, además de la información de contacto y esos detalles, hay listas de cumpleaños. Estas son únicas e irrepetibles porque ya la edad nos tiene medio despelucadas y formamos cada enredo. Siempre está la madrugadora que felicita a la cumpleañera antes de que salga el sol y por ahí la sigue el resto que a esa hora ya salió a caminar para mantener el cuerpo en forma. Ya cuando van siendo como las diez de la mañana, alguien dice, es que ella no está en el chat así es que mándenle las felicitaciones directo a su chat… carita loca, carita loca, carita loca.

El revulú más reciente ocurrió hace poco. Voy a cambiar los nombres para proteger la identidad de los personajes… jejeje… Empezamos con la madrugadora que felicitó a Pepita y por ahí seguimos todas muy diligentes mandando dulces de cumpleaños, canciones, bailes y todo el chorizo. A la hora de la verdad alguna comentó “pero es que Pepita no cumple hoy, cumple en noviembre”. Alguien más dijo “la que cumplió ayer fue Rosa”, otra contesta “no, Rosa cumple en esa fecha, pero en diciembre”. ¡Ajá! Por ahí se fue la cosa.

Apareció Pepita dando las gracias por todas las felicitaciones adelantadas y confirmando que su cumple era en noviembre y más “despuesito” Rosa confirmó que efectivamente, ella celebra su cumple en diciembre. Ahí si reventaron las carcajadas y la felicidad de poder disfrutar a plenitud de los patinazos mentales que tenemos TODAS.

Y en medio de ese lío, alguna dijo “Julieta, esto sería un tema buenísimo para un artículo” y yo lo pesqué al vuelo y aquí estoy, completando esto antes de que lo enrede con la lista del supermercado. ¡Que viva la tercera edad! ¿O la segunda, o la cuarta? Ya ni sé en cuál estamos.

* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

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