Quienes vivimos los años de la dictadura militar con algo de “uso de razón”, es decir que durante parte de esos 21 años fuimos adultos jóvenes, soñamos por muchos años con el regreso de la democracia. No fue fácil obtenerlo, pero finalmente gran parte de los panameños dejaron de lado sus ambiciones personales para preocuparse por el bien común y solo así fue posible volver a sentirnos libres de las cadenas y restricciones impuestas por aquel tipo de gobierno.
Hoy, a solo dos días de las elecciones y viendo el panorama político no puedo menos que preguntarme, si a pesar de la supuesta democracia en que vivimos, no hemos vuelto a ser rehenes del autoritarismo, esta vez en la figura de quienes están supuestos a defender los derechos de todos los ciudadanos. Es bien sabido que quienes hacen las leyes y quienes están supuestos a defenderlas obedecen a sus propios intereses y han logrado convertir al país en sus fincas privadas.
El dinero corre desbocado de instituciones financieras internacionales hacia los bolsillos de estos personajes. La deuda aumenta, se incrementa a una velocidad inaudita sin que veamos ni una sola obra de infraestructura. Los subsidios y la planilla estatal se multiplican igualmente con el afán de lograr los votos suficientes para mantenerse en el poder in saecula saeculorum y a veces me pregunto si todavía quedarán suficientes panameños imposibles de comprar.
Suficientes personas honestas que estén conscientes de que regalando no se hace crecer un país. Es solo con trabajo que se logra que en lugar de que las personas tengan que pararse en una fila desde las tres de la madrugada para comprar cinco libras de arroz a precio subsidiado puedan ir tranquilamente cualquier día y a cualquier hora a comprar el arroz que les dé la gana.
Y al pensar en un trabajo digno tengo por fuerza que pensar en la educación que ya es prácticamente inexistente en Panamá. Y nos quejamos porque los países vecinos “nos roban” las grandes empresas, pero no queremos ver que cuando nos tocan la puerta y evalúan nuestra oferta de personal concluyen que no tenemos lo que se necesita.
Este domingo todos tenemos la oportunidad de ser parte del cambio. Todos podemos con nuestro voto lograr una asamblea digna que cada vez que apruebe una ley tenga en mente el país que queremos ver dentro de quince años, dentro de veinte, dentro de treinta y no quedarse en el poder en las elecciones del 2029, y ni hablar de un presidente con suficiente carácter para no dejarse manipular.
Este domingo todos tenemos la oportunidad de contribuir a limpiar la casa. La situación del país es tétrica, pagar la deuda será una tarea monumental y seguramente habrá que ajustarse el cinturón, pero si todos contribuimos sacaremos a Panamá adelante. Y si hay que hacer un pequeño sacrificio a la hora de votar para que no repitan los que están, hagámoslo. Votemos con la cabeza, votemos por los honestos, votemos por quienes trabajarán por el país, votemos por Panamá porque para construir se necesitan bases sólidas y ahora mismo no existen. Recuerda, el futuro está en tus manos.
* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.
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