Hace unos días leí una noticia acerca de Will Reeve, uno de los hijos del fallecido Christopher Reeve, aka, Superman. Comentaba sobre un documental que saldrá al aire el próximo año que trata de la vida del actor. La noticia explicaba, en términos generales, el material que incluía la pieza y, además, comentarios de sus hijos al respecto. Esto me trajo a la mente mi apreciación personal sobre el artista.
No sé por qué tengo la impresión de que ya alguna vez escribí sobre este tema y dediqué un buen rato a buscar en mis archivos el dichoso texto. No lo encontré, pero tengo que acotar que en la computadora en que trabajo actualmente no tengo todo el material “antiquísimo” ya que ese reposa en unos discos duros de respaldo en los que guardé lo que tenía en mis computadoras anteriores. Bueno, ni modo. Si la lo dije, lo repito.
Cada vez que oigo hablar de Christopher Reeve recuerdo, que a pesar de que era guapísimo y eso siempre impresionaba, nunca me pareció que era un artista extraordinario, o quizás el problema no era el sino las películas de Superman que eran películas de Superman. De niña era aficionada a los paquines (ya sé el término correcto es pasquines, pero eso es en un universo paralelo al mío) y me aprendí la vida de Kal-El y toda su parentela minuciosamente. Ocurre que cuando uno lee se introduce en la experiencia una buena dosis de imaginación y por más que el personaje tuviera un físico muy específico en las revistillas siempre se podía añadir algo, sobre todo en la parte del movimiento y actuación ante las tragedias que había que resolver.
Al primer Superman en pantalla que recuerdo es a George Reeves y lo veíamos en televisión a la par que al Llanero Solitario y Rin Tin Tin y todo ese combo. El Google que todo lo sabe dice que catorce hombres han personificado al superhéroe, incluyendo aquellos que le prestaban su voz para los programas de radio.
En mi libro el verdadero superhéroe nace en 1995 cuando Reeve se cae de un caballo durante una competencia y queda cuadripléjico. Luego de un lógico periodo de duelo Superman optó por seguir viviendo. ¡Qué valentía la de ese hombre para enfrentar una vida completamente nueva y llena de limitaciones! Nada lo detuvo, ni el respirador con el que vivió el resto de su vida, ni la silla de ruedas, ni nada. Se convirtió en un activista a tiempo completo para promover investigaciones y procedimientos que contribuyeran a mejorar la calidad de vida de las personas con lesiones de la médula espinal, incluyendo tratamientos con células madre.
Junto a su esposa Dana creó la Fundación Christopher y Dana Reeve y el Reeve-Irvine Research Center. Su hijo Will cuenta que apenas fue posible la vida en casa era normal. Cenaban juntos cada día, recibían a sus amigos, en fin, eran una familia como cualquier otra. Aunque Will recalca que en la mesa lo único que era prohibido era hablar de la enfermedad de su padre. Seguiré admirando a este superhombre para siempre.