A mediados del mes de agosto me invitaron a participar en una campaña de la cinta rosada. Ayudar a comunicar el mensaje de prevención del cáncer es una tarea que siempre asumo con gusto pues desde que tuve mi encuentro con el dichoso enemigo no hago más que pensar que todo lo que se vive para sobrevivir, valga la redundancia, debe tener un propósito. Y, qué mejor objetivo que compartir todas y cada una de las lecciones aprendidas, pensando que alguna le será de utilidad a alguien.
Es en momentos como ese que uno saca unos minutos para traer de vuelta aquellos recuerdos que, por lo general, permanecen archivados. No se olvidan del todo porque de nada serviría el aprendizaje si uno no lo aprovecha una y otra vez, pero reconozco que no siempre se mantiene a flor de piel. Lo primero que capté es que mi cáncer ha llegado a los quince. Creo que lo puse al revés, es mi supervivencia la que cumple quince años y eso me hace muy, pero muy feliz.
En octubre de 2009 cuando se lanzó el libro Naranja dulce, limón partido, a casi un año de terminada mi quimioterapia, se hizo un vídeo para el evento de presentación en el que grabé unos pedacitos de mi vida. El segmento que más me conmovió fue aquel en que dije “Me gustaría conocer a los nietos que no se han apurado en llegar… me gustaría recorrer el Camino de Santiago… el largo, el de los 30 días” pues con esas dos frases quise decir que a los cincuenta y cuatro años me faltaban muchos sueños por cumplir.
Hoy, mientras escribo estas líneas, esbozo una sonrisa porque no solo he llegado a Santiago de Compostela caminando -dos veces- sino que más importante aún, he conocido a todos mis nietos, me alegro de ver a mis hijos bien encaminados, acompañados de personas buenas que los quieren y con las cuales se están forjando un futuro sólido y promisorio.
Por fuerza, la mente me lleva a recordar a todas las personas queridas que perdieron la batalla y me siento bendecida. Es una gran responsabilidad ser sobreviviente de cáncer pues seguirá habiendo casos, algunos cercanos y otros entre perfectos desconocidos, para los cuales uno debe estar preparada. Presta a ofrecer la mano amiga, el consejo, a compartir el Excel para llevar el registro de los medicamentos y de los resultados de laboratorios, hacer paquetitos con pasta de dientes especial, cremas y bloqueador solar para una amiga que empieza el combate. Preparada para escuchar los miedos ajenos y empatizar con su dueño, para revivir el propio calvario en aras de darle esperanzas a quien sienta que las pierde por segundos.
¡Hay tanta información sobre el cáncer! Se debe, por supuesto al hecho de que asusta a civiles y científicos pues nadie está exento de caer en sus tenazas. ¿Y qué podemos sugerir? Aliméntate bien, hazte tus exámenes periódicos, ejercítate y recuerda que nada nuevo que aparezca en tu cuerpo es normal. Enséñaselo a tu médico.