Luego del silencio absoluto sobre el tema, parece que me ha gustado la cosa y por segunda semana consecutiva lo mencionaré. ¡Qué vaina, me ha succionado como el tornado del Mago de Oz! Espero poder salir como Dorothy, directo a la tierra de las aventuras fantásticas. Ya veremos.
Por lo pronto repasemos los grandes descubrimientos que se han logrado en tan solo cuatro meses: creo que el más importante, no importantísimo, es que se puede trabajar remotamente. A ver, eso para mí no fue descubrimiento porque lo vengo haciendo desde hace veinte años, pero para muchos sí lo fue. Este descubrimiento, como el de la penicilina, ha traído grandes beneficios a esta pobre ciudad llamada Panamá que ya estaba totalmente colapsada por el tráfico.
Probablemente ahora que no pueden salir ─y están locos por hacerlo─ habrán olvidado que recorrer una cuadra tomaba una hora cualquier martes de la semana. Ni hablar de ir al interior un fin de semana. En poquísimo tiempo la naturaleza ha retomado el lugar que le habíamos robado y el silencio maravilloso ha vuelto a reinar.
Ahora todo ese personal que no tiene que deambular por los tranques tiene todo ese tiempo disponible. Disponible para trabajar sin haber cogido una rabia, disponible para pasar más tiempo con la familia, disponible para hacer algún oficio en la casa, disponible para lo que le de la gana y yo no sé si ustedes estarán o no de acuerdo conmigo, pero si yo puedo levantarme en la mañana vestirme, hacerme una taza de café y sentarme frente a mi computadora a las seis y media de la mañana disfrutando todavía de la belleza del amanecer, seguramente voy a rendir mucho más que si tengo que salir de mi casa a las seis y media para ponchar el reloj de mi oficina raspando a las ocho.
Por supuesto, que habrá casos y ocasiones en que será necesario ir a las oficinas pues siguen habiendo clientes que atender y archivos que revisar y demás, pero eso probablemente puede hacerse en menos del cincuenta por ciento del tiempo que se pasaba antes en la ofi.
Hay un detalle aquí que seguramente ya ustedes habrán descubierto y es que al principio (y el principio puede durar hasta un año) los demás residentes del hogar no entienden el concepto de que ‘mamá en casa’ y ‘mamá trabajando’ pueden ser sinónimos pues en su imaginario ‘mamá en casa’, significa ‘mamá para mí’. Eso toma su tiempo superarlo. Lo más difícil es que dejen de interrumpir, pero poco a poco se va logrando.
No crean que me estoy olvidando de los padres que tienen niños en edad escolar, especialmente aquellos que los tienen en primaria y que tienen que manejar trabajo y escuela a la vez. No es fácil, lo comprendo. No tengo trucos para resolver el conflicto pues no lo he vivido. Habrá que inventarlos porque no veo que las escuelas vayan a empezar en un tiempo cercano.
Otro gran descubrimiento es que a domicilio se pueden pedir algo más que una hamburguesa.
Si uno está dispuesto a esperar un par de días, a la casa llegarán tornillos, jarras, sillas para el patio, mangueras, un trajecito para la ahijada, en fin, hay un montón de personas y empresas que han incorporado a su modelo de negocios la entrega a domicilio. Muchas ─especialmente nuevos emprendimientos de productos artesanales─ ya lo estaban haciendo y ahora solo lo han perfeccionado.
Hasta el Seguro Social de repente despertó al siglo XXI y está aceptando pagos con tarjeta de crédito, los cuales para quienes tienen una planilla limitada, representan una gran ventaja aun cuando cobren la comisión de la tarjeta. Porque amigos, una fila en el Seguro Social es cosa seria.
Yo espero que dentro del millón de cosas malas que trajo este señor covid sepamos reconocer e incorporar a nuestras vidas las buenas, porque también las hay.