Es mi súplica, mi grito de esperanza ante la imagen de la nueva Asamblea Nacional. Y no lo digo por falta de confianza en los nuevos diputados, porque creo que han llegado —en su mayoría— con la intención de cambiar el rumbo de ese tan desprestigiado órgano del estado. Sin embargo, no puedo dejar de mirar, como doña que lleva muchos años mirando a su alrededor, y concluir que en la canasta quedan suficientes manzanas podridas como para que se contamine parte de la cosecha.

Estoy segura de que quienes no quieren que la asamblea tenga reglamento interno, ni que se eliminen las botellas que inflan el presupuesto, ni que disminuya el poder que han acumulado a través de los años para manipular todo lo que ya sabemos que manipulan no se van a quedar de brazos cruzados ante la posibilidad de que se impongan “los nuevos” y ya están moviendo todos los hilos a su alcance para evitarlo.

Hay un nuevo panorama en Panamá, un panorama en que existe la posibilidad de que se ponga orden, se limpie la casa y vayamos rumbo al progreso de la patria, no de bolsillos particulares, y gran parte de esa responsabilidad recaerá sobre la asamblea que, como todos sabemos, ha estado controlando el país por muchos años… y no para bien.

Tentaciones se van a presentar muchas, gordas, abundantes, en mochilas, maletines y transferencias bancarias, llegarán también suficientes amenazas, chantajes e intimidaciones, seguramente espantosos todos, ante los cuales habrá que pararse firme porque es bien conocido que nada detiene más a un bully que parársele de frente con los puños en la cintura en posición de “por aquí no vas” y tengo fe que “los nuevos” tienen el carácter y el temple para rechazar tentaciones y enfrentar a los bravucones.

Son muy jóvenes, es cierto, y les falta experiencia, pero solo trabajando lograrán adquirirla y tengo fe de que se van a dejar asesorar por personas decentes. Igualmente, tengo fe en que sabrán que ser oposición no es negarse a todo. Es negarse a la corrupción y apoyar aquellas propuestas que sean positivas en el largo plazo. Ya está bueno de pensar solo en lo que nos beneficia para las próximas elecciones. Ya está bueno de oponerse solo porque la propuesta la trae alguien con otra bandera. Eso es oposición al país.

En este preciso momento es de vital importancia que el nuevo poder en la asamblea no se descuide. Es vital lograr una coalición que les de mayoría para que sus mociones no se queden en buenos propósitos y logren convertirse en leyes apropiadas para el progreso, leyes para el país, leyes para el futuro, para el futuro lejano que es lo que debemos tener como meta.

Caminen con la fuerza de la juventud, impártanle vigor a ese viejo parlamento. Sean agentes de cambio y modelo de justicia e integridad para quienes vienen detrás. Estudien, analicen y piensen con la cabeza antes de votar y, si se tienen que equivocar, equivóquense, pero no se dañen.

* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

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