El año pasado, como en julio, mi marido se ´desconchinfló´ una rodilla. Lo pasó mal el pobre, con toda clase de terapias, hielo a diario y lo peor de todo, no poder salir a sus caminatas diarias en el parque. El es súper constante así es que siguió las instrucciones del médico al pie de la letra y cada día hace todos los ejercicios que le mandó.
La recuperación fue lenta porque ya saben como es la cosa con el cuerpo humano, toma dos minutos que las partes de dañen y dos años que se recuperen, o algo por el estilo. Pasados un par de meses empezó a darse sus vueltecitas por el parque, pero las lomas lo mataban. No tanto subirlas sino bajarlas. Luego de cada una de aquellas primeras pruebas debía cancelar sus incursiones por un tiempo.
Pero el tiempo fue pasando y cada vez podía añadir un poco más de distancia hasta que finalmente alcanzó aquella que solía caminar antes del evento. Quizás no a diario, pero con una frecuencia suficiente para sentirse feliz.
Pero bailar, eso si que no había vuelto a la rutina parrandera. Y ya saben que amamos bailar, porque para qué va uno a una fiesta con buena vibra y buena música si no es a menear el esqueleto. Lo estábamos extrañando. Pero siempre llega el día para los que tienen paciencia y finalmente apareció la oportunidad y la aprovechamos. Lo mejor de todo es que no hubo dolor a posteriori, lo cual me lleva a concluir que el bailoteo podré ser reintegrado a nuestras rutinas festivas. Ni crean que tenemos tantas fiestas a las que asistir, pero, aunque sea una cada… tres meses o algo así, la podremos disfrutar el doble.
Además, tuvimos la suerte de que cerca de donde estábamos sentados había como una mini pista que nos ofrecía toda la comodidad del mundo sin la ´empujadera´ que suele haber en la pista principal. Esa es fabulosa para los jóvenes que brincan y saltan a sus anchas sin miedo a resbalarse ni a que los pisen ni a ninguno de los accidentes que pueden ocurrir en esos molotes, pero nosotros los más viejillos preferimos algo más despejado.
Es que no saben cómo me gusta bailar. Tanto así que siempre, a modo de chiste, le decía a mis hijos que cuando buscaran pareja para toda la vida buscaran alguien que tuviera los mismos valores que ellos, que fuera trabajador(a), honesto, que los quisiera mucho, que bailara en las fiestas y que los hiciera reír. Y a las últimas dos cualidades les doy casi igual importancia que a las primeras porque la vida no es solo seriedad, tiene que haber momentos para soltarse el moño. Es saludable.
Ahora, habrá que poner la rodilla en hielo cada noche, como habrá que hacer para el resto de la vida, para tenerla en forma para la próxima celebración, porque cuando hay música se baila. Por lo menos estos señores Fábrega-de Diego eso es lo que hacen.