Yo sé que es temprano para empezar a preparar la lista para Santa Claus, pero como las cosas andan muy enredadas y no quiero que mi papelito se quede por fuera, creo que la voy a enviar desde ya. Ustedes pensarán que yo tengo muchos años de no mandarle carta al gordo del Polo Norte, pero se equivocan. Yo cada año, sin falta, listo mis deseos y, honestamente, el señor responde. Cierto es que lo que yo pido no ocupa espacio en el trineo y quizás por eso todo me llega.

Luego de escribir el título me he dado cuenta de que está muy mal pues quiero más de una cosa, pero como me parece bueno e interesante lo voy a dejar, a sabiendas de que me lo van a criticar a medida que avance esta notita. A ver, a ver… quizás no va a estar tan mal después de todo porque casi todo lo que me gustaría tener para esta Navidad puedo meterlo debajo de un solo paraguas: paciencia.

Entonces empiezo mi cartita: “Santa, lo único que yo quiero este año es paciencia”. Paciencia para disfrutar los meses que aun me faltan por pasar en mi casa sin salir ni a la esquina. Ahí va otra mentira. Sí he salido, pero solo en “mudanza” a la casa de mi mamá que no se ha movido de la de ella desde el 9 de marzo. Yo desde el 14. Ambas vivimos en apartamentos, con la tremenda suerte de que podemos “ver” hacia algún lado bonito. Ella hacia el tramo marino de la Cinta Costera y yo, por un lado, al Parque Omar y por el otro hacia el hermoso nacimiento en que se convierte todo Río Abajo, Panamá Viejo, Juan Díaz, Cerro Azul y allende mi vista. ¡Es mágica mi ciudad!

Paciencia para seguir viendo a mis nietos de lejos, con mascarilla, sin poder abrazarlos. Paciencia para sustituir esos caóticos domingos que pasábamos en familia y que dejaban mi casa como un campo de batalla de alguna guerra importante, con larguísimas llamadas por vídeo para enterarme de cada detalle de lo que han hecho en el día.

Paciencia para mirar hacia otro lado cuando las maletas que viven en una alejada tablilla de mi closet me hacen señas que las baje y las lleve a pasear a los destinos donde viven los hijos que no están en esta ciudad de PTY.

Mucha PACIENCIA para procesar cada entrega a domicilio que recibo y que debe someterse a profundas desinfecciones, lavados, secados, rociadas con alcohol, miradas de medio lado y quien sabe cuantos pasos más antes de abrirse camino hacia la despensa. ¡Agradezco poder hacer estos pedidos!

Paciencia con los sitios web de los comercios en los que compro (que básicamente son todos expendios de alimentos) y que van lentamente implementando sus compras en línea con todos los inconvenientes que la falta de experiencia trae. Pero son los nuestros y debemos, siempre que se pueda, apoyarlos en su aventura. Y con la paciencia para comprar debe venir también la paciencia para prescindir de lo que no haya, porque lo cierto es que para ellos no es fácil mantener un abastecimiento adecuado cuando la cadena de compras de ellos también está falta de eslabones.

Paciencia te pido Santa para no matar a mi marido y también te pido paciencia para él, pues seguramente ganas de matarme en múltiples ocasiones no le han faltado. Y así, de paciencia en paciencia creo que llegaremos al final de esta pandemia sanos y salvos. Santa, es lo único que yo quiero.