Es martes, un martes cualquiera y me siento muy apurada para escribir este texto porque no me gusta enviarlos tan cerca de la fecha de publicación. Aunque, pensándolo bien, desde que la Revista Ellas se convirtió en una publicación casi cien por ciento virtual estoy echada a la perdición.

En los tiempos de María Castaña (que resulta que fue una gallega muy famosa por liderar una rebelión por los años 1300), cuando escribía un montón de artículos, los imprimía y cuando tenía tiempo llevaba todo ese reguero de papeles a La Prensa, para que los levantaran en una computadora que era muy rara, debía hacer las entregas semanas antes de la fecha de publicación.

Esto se debía a varias razones, en primer lugar, todo el material debía estar en La Prensa por lo menos diez días antes de la publicación y segundo porque yo trabajaba en el aeropuerto de Tocumen AC (antes del Corredor Sur) en un negocio que abría veinticuatro horas al día y me quedaba poco tiempo para deambular por la ciudad. En realidad, me quedaba ´cero tiempo´ para deambular, pero otro día les cuento sobre eso. La solución era adelantar diez o doce artículos y eso me dejaba cubierta por un par de meses.

Ahora en el siglo XXI cuando las comunicaciones son casi, casi, instantáneas tengo más espacio para inventar estos cuentecitos que comparto con ustedes semanalmente. Todavía, ocasionalmente, envío varios por delante, pero cada vez ocurre con menos frecuencia pues la vida me tiene medio enredada y como ya estoy más viejita tengo que pensar por más tiempo sobre los temas que voy a desarrollar. Ocurre también que luego de casi veintinueve años y aproximadamente mil quinientos artículos ¿qué tema se me habrá quedado por fuera? O, mejor dicho, ¿qué tema no he repetido cuarenta veces?

En este momento estoy pensando que, si fuera lunes, estaría romanceando con la computadora, yendo de un lado para otro, probando una cosa y luego otra, sin mayores apuros porque todavía faltarían cuatro días para el viernes, mientras que hoy martes en la noche, ya solo faltan tres y si se me atraviesa un caballo en el camino más atraso y, por más paciencia que tengan las chicas de Ellas algún día tienen que cerrar y no me van a esperar para siempre.

Y es que los seres humanos somos así, cuando tenemos cinco minutos para hacer algo, lo hacemos en dos, pero cuando tenemos tres días la misma tarea nos toma dos días y veintitrés horas. Este martes ha sido largo y me ha dado tiempo para moverme un poco del tema uno al dos y del dos al tres, pero no va a durar para siempre así es que mejor me apuro antes de que se acabe.

Yo sé que mucha gente no gusta de los lunes pues marca el final del fin de semana, pero a mi me parece un día fantástico pues, luego del reposo, el cerebro arranca la semana con fuerza e ideas nuevas. Pero qué remedio, es martes.