Hace poco, por algún lado, me saltó una canción de Justin Bieber que se llama Anyone. Tiene una línea que dice “if its not you, is not anyone” que en español se traduce como “si no eres tú no es nadie”. Yo, buscando y buscando para asegurarme que la canción era de él, encontré otra, esta vez de Alejandro Fernández que tiene un versito que dice “si no eres tú, no será nadie”. Sin embargo, escuchándolas una y otra vez la frase fue evolucionando en mi cabeza hasta quedar convertida en la que coloqué en el título.

Me imagino que ya dirán ustedes que no hay que ponerse tan filosófico por un par de canciones, pero es que ocurre que me paso largos ratos elucubrando sobre el ser y el no ser, sobre qué nos hace ser quienes somos y qué ocasiona que no lo seamos. Así como dice el título, “si no eres tú, no eres nadie”. Así de sencillo.

De nada sirve que nos pasemos la vida imitando a otros, tratando de ser como el vecino de enfrente o como la gerente de la compañía o como el amigo hippie que se nos antoja que es mucho más feliz que nosotros tendido en una playa pensando, literalmente, en la inmortalidad del cangrejo y trabajando únicamente las horas necesarias para poner un pescadito en el plato.

No niego que tratar de aprender conductas positivas es bueno para la salud y, muy probablemente, nos llevará al éxito en lo que emprendamos. Estudiar es una conducta positiva, esforzarse en un deporte es una conducta positiva, comer saludable es una conducta positiva y está claro que debemos aprenderlas de alguien, sin embargo, dejar el ajedrez, que es lo que nos gusta, por jugar tenis porque es lo que todo el mundo está haciendo ahora mismo, ni suma ni resta porque no está ayudando a mejorar “nuestro ser, nuestro yo”, el que verdaderamente debemos desarrollar.

Antes de dedicar esfuerzos a desarrollar ese yo vital, ese núcleo de todo lo que a nuestra vida se refiere, tenemos que conocer íntimamente ese yo. Y, no es por ser criticona ni nada por el estilo, pero son pocas las personas que gustan de mirar hacia adentro antes de empezar a caminar hacia afuera.

Es una acción que se dificulta principalmente porque la mar de veces lo que vemos no nos gusta y preferimos hacernos de la vista gorda y pasar por alto aquello que nos ha caído mal (de nosotros mismos). Pero ustedes si entienden que es imposible componer algo que no hemos notado que necesita reparación. Y, por otro lado, no siempre es fácil navegar en la sociedad actual exhibiendo el yo auténtico sencillamente, porque no encaja con lo que el resto de la población ha escogido como apropiado.

A quienes sienten miedo de realizar este autoexamen les digo que es posible llegar al final de la vida sin haberlo hecho jamás, no pasaría nada. Seguiríamos trabajando en un oficio que no es el apropiado para nosotros y queriendo a quien nos hace daño y olvidando agradecer a quienes lo merecen; seguiríamos caminando sin jamás llegar a conocer quienes somos y a mi personalmente, eso me parece terrible pues yo quiero ser quien soy cada día de mi vida.