¡Qué susto! No entiendo cómo es esto posible si apenas empezó anteayer. No sé si a ustedes les pasaba, pero cuando era niña me parecía que los años eran eternos. Claro que los medía en función de la llegada de la Navidad que me parecía que se tomaba su tiempo en aparecer. Y así como era de lenta rondando la década del ‘60 ahora ha decidido que quiere legar cada quince minutos.
Piénsenlo bien. Está uno apenas quitando los foquitos del árbol cuando hay que bajar al depósito a buscarlos nuevamente. Ya entiendo por qué algunos sencillamente los dejan puestos, ya sea en sus balcones o en el borde del techo o quién sabe dónde.
Y los niños entraron al colegio hace un par de meses, según yo, y ha vuelta de correo hicieron exámenes finales y los uniformes se les quedaron chicos y algunos se graduaron y empiezan de nuevo los padres de familia a conectarse con matrículas y contratos de buses y compra de útiles… pero es que apenas ha empezado el año lectivo, ¿cómo es que ya se terminó?
Yo, honestamente, no puedo con la velocidad a la que está transcurriendo la vida. Cierto es que tampoco me gustaba cuando la Navidad no llegaba nunca, pero debe haber un punto medio más confortable.
Me pregunto si esto tendrá algo que ver con la teoría de la relatividad y la velocidad a la que se mueven los objetos y las curvaturas que surgen en el espacio y otro montón de cosas que en realidad no entiendo.
Y digo que me asusta porque si esto sigue así en menos de lo que se persigna un ñato yo tendré 80 años o quien sabe cuántos y ya no me dejarán manejar y tendré que torturar a mis hijos para que me saquen de la casa y no entenderé la vida sin recorrer los pasillos del supermercado y, bueno ya saben, todo lo que le pasa a uno cuando tiene muchos años a cuestas.
Y no crean que quiero detener el reloj y tener 67 años para toda la vida, no señor, tampoco así, pero no me enojaría si esos 80 llegaran cuando deben llegar y no mañana, que es lo que sospecho que va a ocurrir; porque todavía me quedan muchas aventuras pendientes y mucha gente que conocer, y mucho mundo que recorrer y muchos libros que leer, y muchas columnas que escribir y muchos turrones que comer y nada pues, mucho de todo.
Releyendo esto que acabo de volcar en la página, me río de mi misma y de mis locuras y mientras me río, miro hacia atrás y concluyo que, si bien no ha sido un año fácil, ha sido un año en el que todos hemos dado uno o dos pasos hacia adelante. Hemos sobrevivido al Covid y al estrés de cuidarnos para no contagiarnos, hemos despedido a personas muy queridas, pero hemos visto el milagro de la vida repetirse mientras le damos la bienvenida a los que nos seguirán los pasos, nos hemos engordado cinco libras como Dios manda y no hemos terminado la limpieza que empezamos hace seis meses. ¡No se puede pedir más! ¡Gracias vida!
PD: Pero dale suave porfa que no puedo con el atropello. Feliz 2023 a todos y gracias por seguirme. Los quiero mucho.