Es harta conocida la expresión de que existen varios tipos de inteligencia: la lógica, la matemática, la emocional, la lingüística y la inteligencia financiera, necesaria para manejar con eficacia el dinero.
La inteligencia financiera es tener la habilidad para manejar óptimamente ingresos y egresos, o sea, todo lo referente a nuestro dinero. Pero no es innata, sino que se aprende y hoy se conoce como finanzas personales.
Cómo se reconoce. Según el sitio de internet www.neuronafinanciera.com es fácil reconocer a una persona que tiene un alto grado de inteligencia financiera. Estas personas se caracterizan por:
Saber cuánto dinero tienen, cuánto van a gastar y cómo van a llegar a fin de mes; entienden los productos financieros que ofrecen los bancos. Logran construir un presupuesto anual que les permite predecir sus gastos. Saben que el dinero es un medio y no un fin. No cuentan con deudas de consumo. Tienen claro cada gasto. No compran de forma impulsiva, sino reflexivamente.
Ahorran y consiguen incrementar su patrimonio a lo largo de los años, pues están en la búsqueda de oportunidades de negocios . Tienen un fondo de reserva para poder usar ante emergencias. Tienen objetivos claros.
De qué depende. El nivel de inteligencia financiera que tengamos dependerá de nuestra educación primaria y secundaria, de las enseñanzas y experiencias en el hogar, del entorno, así como lo que nos transmiten los medios de comunicación social.
Gradualmente surgen y se aplican programas educativos en los colegios, que incluyen aspectos de matemáticas financieras y aspectos sociopsicológicos. Es interesante leer el libro de Harv Ecker, La mente millonaria, que se refiere a los aspectos sociopsicológicos del manejo financiero, que nos pueden ayudar a desaprender cosas que tenemos arraigadas y que obstaculizan nuestro desarrollo. Uno de mis autores favoritos, Dave Ramsey, plantea que el camino para desarrollar nuestra inteligencia financiera se compone de 20% conocimiento; el 80% restante es actitud, lo cual implica aplicar el conocimiento, pero esto se logra con actitud.
No se conforme con un objetivo corto. Un gran error es tener solo objetivos a corto plazo, lo cual genera actitudes y planes cortoplacistas.
Ideal es pensar también en el mediano y largo plazo, con objetivos personales a lo largo de los años. Debemos pensar que nuestras necesidades serán diferentes en el ocaso de nuestra existencia.
Póngase por meta desarrollar la inteligencia financiera, cosa que reducirá el estrés y le ayudará a ser más feliz. Esto se hace leyendo libros del tema, escuchando experiencias positivas y negativas, con seminarios y aclarando nuestras metas vitales, los propósitos y valores que definen nuestra existencia.