Es común escuchar que el dinero inmovilizado en una cuenta de ahorros, en un plazo fijo o guardado bajo el colchón, no genera rentabilidad. Cierto es.
Una inversión pone en movimiento y en riesgo los ahorros o la liquidez. Todo inversionista se enfrenta a varias interrogantes. Para algunos, invertir es como un juego de azar. La inversión es un proceso serio en el que inciden infinidad de variables.
Tiempo y dinero. No es realista pensar en un retorno a corto plazo. Toda inversión persigue ciertos fines: recibir ingresos periódicos, acumular capital, asegurar el futuro o especular. Tener claro los objetivos de la inversión permiten escoger mejor los instrumentos.
La tolerancia al riesgo es cuán dispuestos estamos a esperar si se darán o no los beneficios. No todos tienen la edad o la condición económica suficiente para afrontar una mala inversión. Medir bien los riesgos es esencial para determinar los instrumentos y los horizontes o tiempo de la inversión.
Jamás deberíamos abocarnos a invertir en algo que no conocemos o sin tener la información completa. Las buenas decisiones de inversión se toman con información; entre más, mejor. Usualmente, las emisiones de valores y las empresas que las emiten proveen mucha información, pero no siempre es clara y confiable. Un aspecto importante es indagar en diferentes sitios, conversar con personas que han invertido en lo que nos interesa, indagar sobre leyes y regulaciones para quienes venden o promueven las inversiones.
Siempre se deben analizar las necesidades de liquidez a corto y largo plazo, pues podría ser necesario vender, por ello hay que conocer la rapidez con que se pueda convertir en efectivo la inversión, con la mínima pérdida en su valor. No todas las inversiones son líquidas y no todas tienen la misma capacidad de convertirse en dinero. Casas, apartamentos, terrenos, joyas u obras de arte no dan liquidez inmediata, a diferencia de instrumentos como bonos, acciones, metales preciosos o algunos tipos de automóviles.
Una inversión debe salvaguardarse con seguros y el mantenimiento adecuado. Los documentos de valor tienen que manejarse como si fueran dinero en efectivo, por lo que impone guardarlos en lugares especializados en su custodia y protección. Si invierte, no olvide que usted tiene la obligación de darle un seguimiento.
Pagar impuestos, tasas, seguros, mantenimiento, custodia, gastos legales, etc. Si no puede dar ese seguimiento, contrate a quien lo haga. Algunos riesgos no se pueden eliminar, pero pueden reducirse mediante seguros y no poner los huevos en una sola canasta, por eso procure adquirir inversiones de diferentes tipos y lugares.
Manténgase informado sobre la economía del país, del sector, de las leyes que apruebe la Asamblea Nacional, y mantenga al día sus registros y documentos personales relativos a las inversiones.