Vivir con menos, ahorrar, ganar más, postergar gastos o reducirlos son las estrategias básicas para tiempos de crisis.
Se entiende por austeridad aquella condición que supone la falta de exageración, una actitud o presentación humilde o poco extravagante. Vivir sin lujos ni extravagancias, aquello sobrio y sin adornos.
Introducir el valor austeridad en nuestras vidas no es fácil, sobre todo si hemos vivido a contrapelo de dicha noción.
Si por ahora no nos es indispensable reducir los gastos, es bueno ahorrar y contar con un esquema que contenga las medidas de austeridad que tomaríamos. La preparación en este contexto pasa por una exhaustiva revisión de nuestros valores. ¿Necesito lujos, acumular objetos, tratar a otros mal porque siento que soy mejor porque gano más, porque vivo en un buen barrio o tengo un carro caro? Revisar estas creencias puede ayudar a esbozar un plan de austeridad y dimensionar las necesidades que tenemos.
El segundo paso es hacer una distinción precisa entre necesidades primarias, secundarias y lujos.
Es muy importante que cada plan esté diseñado por la persona que lo usará, puesto que las necesidades son subjetivas: lo que para unos es indispensable es innecesario para otros.
Necesidades básicas de un individuo son vivienda, alimentación, vestimenta, energía, transporte, comunicaciones, salud, diversión.
Una vez que tenemos esta lista, analicemos si los gastos en estos renglones nos parecen adecuados. Incluso en las necesidades básicas podemos caer en lujos u omisiones que podrían organizarse mejor. Por ejemplo, puede ser que tengamos un presupuesto para comida muy elevado, sin que necesariamente estemos alimentándonos bien (quizá gastemos demasiado en restaurantes o comida chatarra). Se puede optar por comer más en casa o preparar refrigerios saludables de menor precio.
En vivienda, podríamos considerar alquilar una de menor costo o tratar de adquirir una casa propia mediante un crédito hipotecario.
Si en el trabajo nos exigen una vestimenta formal, comprar ropa adecuada no resultará un lujo. Pero si nuestra actividad laboral tiene un giro más informal, podríamos considerar abstenernos de gastar en ropa costosa.
Al crear un plan de austeridad no debemos olvidarnos de aspectos de la vida como el ocio. La diversión también es necesaria para una existencia plena. Podemos ser austeros y ahorrar cuando y cuanto sea necesario, sin dejar de disfrutar de la vida.