Cuando se trata de deudas, en el momento en que empezamos a llenar la copa y vamos subiendo el nivel más allá del que nos conviene, vienen emociones contundentes como el sentirse abrumado/a, culpable y ansioso/a.
El fenómeno del sobre endeudamiento en la mayoría de los casos es un asunto de crisis en el control emocional, el cual deja ver sus efectos devastadores cuando ya estamos en rojo.
Al sentir los síntomas de un bolsillo enfermo, queremos liberarnos de la asfixia financiera a través de algún mecanismo rápido, porque así como se nos dificultó ser pacientes y ahorrar para los bienes y servicios que financiamos en un momento de vulnerabilidad emocional, de la misma forma al estar emocionalmente comprometidos, producto del resultado de sobre-endeudamiento, tomamos salidas rápidas que nos regresen algo del flujo de efectivo mensual que las deudas nos han secuestrado.
Aquí entran varias figuras que nos ofrece el sistema bancario, una es la famosa compra de saldo. En palabras sencillas consiste en que un banco compra la deuda de la o las tarjetas de créditos y le vas pagando el saldo en cuotas pre-definidas y fijadas a una tasa de interés significativamente menor. Esto solo aplica para saldos de tarjetas de crédito. A la vez recibes una línea de crédito con un plástico nuevo.
Aquí es donde se pone interesante el asunto, ubicándonos en el ejemplo donde compramos más de una tarjeta (que probablemente estaba ya al tope de su límite de crédito y cada una con su cuota por separado), estaríamos liberando una cantidad de efectivo mensual que estaba secuestrado por estas tarjetas y al unificarse a una sola cuota (sin mencionar que los saldos que compraste de las tarjetas anteriores regresará), ese dinero inmediatamente queda disponible y TOTALMENTE a merced de nuestros hábitos de consumo, que si se mantiene igual a los que nos llevó a endeudarnos probablemente, el uso que le demos a esa recuperación de flujo de efectivo no será la más pensada.
A esto sumemos el haber recibido un plástico con una nueva línea de crédito que estaría a merced del “yo gastador” una vez más.
La clave para que funcione en resumen es:
1- Cancelar las tarjetas de crédito anteriores, dado que hay un tema de manejo de tus finanzas por resolver.
2- La nueva tarjeta debe ser un método de pago, no de financiamiento y como último paga SIEMPRE las cuotas completas de la compra de saldo. Los intereses de la tarjeta de crédito y de la compra de saldo son diferentes. Si no lo sabes, ni te asesoras, podría complicarse más tu vida.
La venta de saldo se recomienda para quienes tienen varias tarjetas de crédito, con saldos altos o al tope de su capacidad y sus finanzas personales están tan apretadas que solo pagan el mínimo y quienes nos leen durante el año tienen claro que esto es como intentar apagar un incendio con una pequeña cubeta de agua.
El autor es cofundador de , Co- Fundador Bolsillo y Sencillo