He encontrado amigos y lectores que en ocasiones me comentan que después de leer mis artículos les parece que yo pretendo que no gasten ni disfruten del dinero. Mi propósito es que usted haga el mejor uso de su dinero, que lo aproveche, y no sienta que al hacerlo toma una mala decisión.

Podemos comprar evitando los gastos impulsivos que no son más que aquellos que al final nos crean un sentimiento de culpa.

Para administrar mejor nuestro dinero debemos tener en mente tres elementos a diferenciar. Presumiendo que sus finanzas son estables, que tiene trabajo, un ingreso fijo y un hogar, entonces analice sus gastos en función de estos criterios.

1. Los gastos primarios. No creo que genere sentimientos de culpa pagar los gastos asociados a satisfacer necesidades primarias, indispensables para la conservación de la vida. Por ejemplo, alimento, prendas de vestir, vivienda.

2. Los gastos para cubrir necesidades secundarias. Por ejemplo, transporte, educación, comunicaciones, diversión.

3. Gastos para satisfacer lujos, gustos y deseos. Se trata de todas aquellas cosas que le gustaría adquirir, pero que son prescindibles o no siempre son necesarias. Por lo tanto, si no las obtiene, su vida no se ve afectada de ninguna manera.

Antes de emprender el camino al gasto, revise su presupuesto y en una hoja coloque las tres columnas que le he planteado arriba. No se autoengañe y con honestidad identifique claramente a qué columna corresponde cada cosa.

Por ejemplo, es una necesidad primaria comer, pero es un capricho o un deseo comer langosta o caviar.

Elaborar una lista de necesidades y deseos le dará una perspectiva de sus gastos actuales para identificar a qué renglón destina más recursos y con esta lista planear a mediano y largo plazo.

Muchas veces he recomendado, cuando vaya a efectuar una compra, plantearse las siguientes preguntas: ¿lo necesito o lo quiero?, ¿lo puedo adquirir sin afectar mi presupuesto? Primero, debe identificar si es algo realmente necesario o si es un deseo.

Sea prudente y honesto para evitar gastar por costumbre en artículos prescindibles. Y si es un deseo, debe evaluar si tiene una posibilidad real de satisfacerlo en este momento o preguntarse qué sería lo que necesita para lograrlo.

Si no lo puede adquirir en ese momento, revise la lista y defina un plan para conseguirlo: ¿puedo recortar gastos de necesidades secundarias?, ¿hay sustitutos más económicos para alguna necesidad primaria?

Siempre incluya en su presupuesto un porcentaje para los imprevistos buenos y malos de la vida.

Cuando sea necesario renunciar a algo, ponga en la balanza lo que sacrificará a cambio de lo que obtendrá. Hacer un presupuesto, tener control de los impulsos y claridad sobre sus metas es la clave para adquirir lo que desea.