Una empresa no puede funcionar bien sin personas motivadas, capacitadas, bien dirigidas y premiadas por sus esfuerzos en pro de la empresa; pero lo cierto es que el tema del estrés financiero de los empleados es soslayado, visto únicamente como responsabilidad del empleado.
El estrés es una reacción del ser humano ante las situaciones de la vida que representan algún tipo de amenaza a la estabilidad emocional, física o espiritual. No se manifiesta de una forma única, cada persona canaliza esa tensión de una manera distinta. Esta situación no solo es un problema para quien lo sufre, también lo es para la empresa donde trabaja, por los altos costos que supone, traduciéndose en mayor ausentismo, malas relaciones personales, errores, frustración, falta de calidad de servicio, reducción de la creatividad y débil concentración y pérdidas de tiempo, sin contar las posibilidades de conductas deshonestas a las que puede llevar la desesperación.
Además puede ser un factor que provoque otros problemas para los cuales tengamos cierta predisposición, como las adicciones. Para muchas personas la angustia de no llegar a fin de la quincena o el fin de mes es una amenaza permanente, casi un estilo de vida, un destino del cual “el pobre” no puede de escapar.
Este tipo de estrés genera improductividad en los empleados, ya que una persona que tiene estrés financiero gasta más de cinco horas a la semana de su horario laboral pensando en sus problemas monetarios.
Ayudar al empleado a reducir o eliminar su ansiedad financiera impacta de manera positiva porque contribuye a disminuir las tardanzas, ausencias, enfermedades, rotación laboral, mal clima laboral, solicitudes de permisos, en la medida en que al estabilizar su situación, los empleados poco a poco, con un seguimiento adecuado, mejoran los indicadores de productividad y rentabilidad, además se incrementa el compromiso con la empresa en virtud de los beneficios que le ofrece a su talento humano.
He podido observar que muchas empresas invierten de manera tradicional en programas de bienestar y seminarios, pero si no se da un seguimiento el impacto es mínimo.
Lo ideal sería que los empleados tuvieran asesoría personal financiera constante, digamos dos veces al año, para evaluar su situación personal y financiera, de tal forma que se genere un perfil y un diagnóstico personalizado, confidencial para el empleado.
Con los resultados globales se podría generar recomendaciones para que los empleados puedan mejorar su situación financiera y busque asesoría antes de que la situación de dinero se agrande.