Muchas personas utilizan los conceptos de gasto e inversión sin diferenciarlos, lo cual les lleva a un manejo inadecuado de sus finanzas.

La diferencia fundamental entre gasto e inversión es el retorno esperado de cada uno. Mientras que en la inversión se espera conseguir rendimiento en el futuro, el gasto es la utilización de un bien o servicio a cambio de una contraprestación. Al ahorrar, casi que inmovilizamos el dinero y asumimos poco riesgo, mientras que al invertir, movilizamos el dinero y podríamos arriesgarlo.

Para una empresa, la diferencia fundamental es que el gasto no genera beneficios para el negocio. En cambio, se presupone que la inversión sí. La inversión es lo que te hace rico, y el gasto (no planificado ni controlado) te puede hacer pobre.

La causa más frecuente de problemas de liquidez personal y la falta de solvencia económica se podría atribuir a una mala administración del gasto. La administración del gasto se puede definir como la estrategia controlada de salida periódica de dinero, teniendo en cuenta los ingresos.

Por lo general, el ingreso que tenemos se puede destinar para inversión, consumo o para ambos. La persona reserva para inversión cuando compra bienes y/o servicios que le van a generar ganancias y estabilidad futura. Ejemplo de inversión es la adquisición de vivienda, la educación superior, la creación de empresa y la obtención de maquinaria y equipo, entre otros.

El individuo incurre en un gasto cuando compra bienes y/o servicios que si bien le generan rápida satisfacción, no le garantizan ganancia financiera. La compra de vestimenta, alimentos, un televisor o un automóvil, son gastos.

Por ejemplo, una persona posee un capital para gastar y le pregunta a un conocido, y este le recomienda comprar un carro. Este desembolso de dinero se denominaría gasto de consumo duradero.

Por otra parte, el mismo individuo le pregunta a un compañero de trabajo y él le recomienda comprar un taxi, ya que le puede generar ingresos adicionales, asegurándole un bienestar futuro en caso que se quede sin trabajo. Este desembolso se conoce como gasto de inversión.

Los gastos de consumo son necesarios pero requieren dedicación y tiempo suficiente para su debida planeación.

Las actitudes consumistas, la publicidad persistente, la baja autoestima y la falta de un presupuesto inducen a un descontrol de los gastos. Otro de los factores que induce al gasto descontrolado son los “gastos hormiga”, esos gastos pequeños y constantes que al sumarse reflejan grandes montos. Su control presupone control de impulsos, metas claras y adherirse a un presupuesto bien hecho.

Para controlar su dinero hay que diferenciar un gasto de una inversión. La inversión genera riqueza, y el consumo sin control ni planificación, pobreza.