Cuando luego de casi treinta años de tener nuestra finca en los cerros de Coclé mi esposo decidió que era hora de hacer una casa en regla que reemplazara nuestro delicioso ranchón abierto que servía de “sala-comedor” para la casita de quincha, una de nuestras nietas le dijo que ella quería una casita en un árbol. Con escalera. Esto suena redundante, pero en el idioma “nietil” lo importante era que supiéramos que, aunque le interesaba la casita, la escalera era indispensable en su imaginario.

Desafortunadamente, cerca de la casa principal no contamos con ningún árbol ni suficientemente viejo ni suficientemente fuerte como para albergar la construcción solicitada. Buscando la forma de complacerla, mi esposo optó por escoger una pequeña planicie que podemos ver desde la terraza de la casa y a la cual hay que acceder subiendo por una escalera. Procedió pues a completar lo que el pensaba sería el sueño de la chiquilla desarrollado a la perfección.

Bien, llegó ella un día a inspeccionar el futuro territorio de la tropa de primos y lo primero que dijo fue “yo la quería en un árbol”. No hay que desatender las solicitudes de los niños pues su especificidad es algo cuyo cumplimento suele ser difícil de evadir. Se podrán imaginar que entre mi esposo y yo tuvimos que darle toda clase de explicaciones demasiado técnicas para su infantil entendimiento, pero finalmente la convencimos de que allí serían felices.

Ahora que ya está terminada, y para evitar que cada vez que la vea repita “que la quería en un árbol”, estamos buscando la forma de “amueblarla”. Ahí vamos porque si un día le enseñé un carrete para cables pintado a modo de mesita redonda ya ella le gustó, es casi imposible que acepte otra. A las dos nietas que están en Panamá les ha encantado la idea de ir conmigo a comprar telas para hacer un “sofá de almohadas”, pero como hay que coser ya la que se quedó sin casa de árbol me dijo que íbamos a tener que mandarle eso a la otra abuela que es la que cose, ante lo cual tuve que aclarar que yo también coso.

El caso es que vislumbro que el proyecto va a resultar muy divertido, aunque nos cueste un poquito ponernos de acuerdo en los detalles. Vislumbro también que ellas van a “imponer” su criterio en la mayoría de las decisiones y yo estaré feliz de que así sea porque a fin de cuentas se hizo por los nietos y para los nietos. Es, además, una manera fácil de enseñarles a tomar decisiones, destreza muy importante en esta vida.

Importante es que nos apuremos con la decoración para que cuando llegue el verano ya esté lo más completa posible y si logramos acomodar estadías de más de fin de semana durante las vacaciones todos la puedan disfrutar. Y es que no todo es solo para niñas, habrá también elementos para los varones. Ya les contaré.