Escucho el discurso del señor presidente y mi mente vuela. Vuela a todas aquellas ocasiones en que el pueblo antes de pensar se arrebata, se lanza a la calle y se forma la corredera. Me asusto. Me asusto porque además de visitar todas aquellas ocasiones, no puedo extraerme de la situación desastrosa en que se encuentra la Caja del Seguro Social, aquel destino en el que por muchos años —no cercanos— los panameños sintieron que allí podrían encontrar un hospital con suficiente personal idóneo armado con todos los medicamentos necesarios para devolverles la salud.

Aquel destino que ofrecía una jubilación modesta, pero jubilación al fin y al cabo, que garantizaba algún tipo de seguridad financiera en los años de retiro luego de una vida de trabajo. Me asusto porque ninguna de esas premisas se cumple hoy en día. El seguro social no es más que una piñata política como lo son la Asamblea Nacional y otros organismos del estado que han servido por años para cobijar filas y filas de botellas cuyo único propósito en la vida es aumentar el contenido de los bolsillos de quienes algún día los nombraron. Trabajar es un verbo que no se conoce por aquellos lares.

Entonces pienso: la institución no funciona, pero todo el mundo quiere mantener el estatus quo, alguien por favor que me explique esa fórmula porque no la entiendo. No tardan en declararse mini paros, mini huelgas que, aunque poco representativos, son suficientes para desequilibrar la ya tan frágil economía de nuestro país. Estos movimientos, varios de ellos convocados por los mismos de siempre, parecen estar defendiendo al pueblo, pero no se llamen a engaño están defendiendo a los pocos que ocasionaron la debacle.

Que tendremos que hacer sacrificios… no cabe la menor duda. Sin embargo, HAY QUE SALVAR LA CAJA DEL SEGURO SOCIAL y nunca antes un gobernante ha demostrado la valentía de salirse de la casilla de la demagogia para realmente mirar el problema a los ojos y atreverse a tomar las medidas que esta salvación requiere. Como yo lo veo, si se logra limpiar la porquería y no se vuelve a instaurar terminado el término del presidente Mulino, quizás, quizás, quizás, como dice la canción, tendremos Caja por muchos años, de lo contrario los jubilados se sumarán a las filas de los indigentes y los enfermos a las del cementerio. Tan sencillo como eso.

Espero de todo corazón que aquellos miembros de la Asamblea que por años han visto el desastre avecinarse y no han hecho nada, o más bien han sido parte del problema, demuestren un poquito de VERDADERA SOLIDARIDAD con el pueblo panameño y apoyen aquellas reformas que son urgentes para el bienestar de todos.

Espero que en poco tiempo en el Seguro Social haya más médicos que manzanillos, más técnicos actuariales y financieros que botellas, más recursos para modernizar la institución y facilitarle la vida a los contribuyentes que de todo corazón desean seguir alimentando las arcas que representan el futuro de todos los panameños hoy en la fuerza laboral y de todos los que ya deberían estar disfrutando de una jubilación digna y no solo de limosnas ocasionales.

* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

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