El cerebro tiene un sesgo de negatividad. La mente se aferra de forma natural a las experiencias desagradables para “reforzarte” y protegerte del peligro.

Al buscar activamente momentos de alegría, animas al cerebro a cambiar ese sesgo. Como dice el dicho, aquello en lo que pones tu atención crece, si buscas experiencias placenteras, las encontrarás.

Hoy compartiré contigo un ejercicio para llevar la atención consciente intencional a los momentos positivos de tu vida.

Comienza tu día con la intención de encontrar cosas buenas; sé una cazadora en busca de algo que te traiga felicidad.

Cuando notes algo que te haga feliz, acentúa lo positivo, ya sea pasando un semáforo en verde o llamando a un viejo amigo, asimila plenamente el momento.

Primero, observa tu estado mental. Trata de identificar cuál es la experiencia en la mente: calma, relajación, alegría, satisfacción, etc.

A continuación, lleva tu conciencia al cuerpo. Concéntrate en el pecho, el abdomen y los hombros. Nota cualquier sensación de tranquilidad en el cuerpo, apertura o alivio de la tensión.

Mientras respiras, haz espacio para sentir la felicidad por todas partes. Sin apegarte al sentimiento, trata de mantenerte en sintonía con la experiencia. Deja que los sentimientos se desvanezcan naturalmente y nota cuando se hayan ido.

Permanece abierta durante tu día a otras alegrías que pueda experimentar. Recuerda, no tienen que ser grandes momentos de euforia. Puedes utilizar los momentos sutiles de satisfacción y tranquilidad.


Algunas formas de lograr esos momentos de pausa o meditación y conexión pueden ser:

- Respirar profundamente. Es bueno para principiantes, ya que respirar es una función natural.

- Observar tu cuerpo. Cuando apliques esta técnica, dirige tu atención a cada parte de tu cuerpo. Toma conciencia de cómo se siente tu cuerpo. Puede sentir dolor, tensión, calidez o relajación.

- Repetir un mantra. Puedes crear tu propio mantra. Puede ser religioso o no.

- Caminar y meditar. Meditar mientras caminas es una forma buena y saludable de relajarse. Puedes usar esta técnica en cualquier lugar por el que camines; por ejemplo, en un bosque, una acera de la ciudad o el centro comercial.

- Orar. La oración es el tipo de meditación que más se conoce y práctica. Existen oraciones, ya sean orales o escritas, en la mayoría de las tradiciones religiosas.

- Leer y reflexionar. Muchas personas afirman que se benefician al leer poemas o textos sagrados, y al tomarse un momento para reflexionar sobre sus significados.

- Escuchar música. Cualquier música que te relaje o inspire. Puedes escribir tus pensamientos en un diario y hablar sobre ellos con un amigo o un líder espiritual.

- Enfocar tu amor y bondad. En este tipo de meditación, piensa en los demás con sentimientos de amor, compasión y bondad. Esto puede ayudar a que te sientas más conectado con el resto de las personas.

El momento presente es el único tiempo que realmente tenemos bajo nuestro control. El pasado ya no podemos cambiarlo y el futuro es incierto, por lo que centrarnos en el ahora nos permite vivir plenamente, disfrutar de las experiencias que estamos teniendo en este momento y tomar decisiones conscientes que nos lleven a un futuro más satisfactorio.


* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

* Suscríbete aquí al newsletter de tu revista Ellas y recíbelo todos los viernes.