En este último mes se me han aparecido insistentemente Yury, Rocío Durcal, Rocío Jurado, Ana Gabriel, Angela Carrasco, Eddy Herrera, Juan Luis Guerra, John Secada.
Y no, no estuve en una casa de los fantasmas musicales de fin del siglo pasado. Tampoco tuve una pesadilla después de asistir a un concierto tipo recordar es vivir.
A lo que me refiero es a que me he encontrado con muchas personas que prefieren escuchar baladas de tras antes de ayer. Música que yo ni siquiera recordaba que existía, pero que me lleva a estar sentada en un asiento del busito colegial que me llevaba desde Cerro Batea al IJA de Paitilla.
Y estas personas que escuchan estas canciones rondan distintas edades. Está mi hermano que es de mi generación; están señores con la cabeza totalmente blanca que escuchan Jeannette ¿recuerdan el corazón de poeeeeeta? Pero hay muchachos, para mí lo son, que tienen si acaso 30 años escuchando algo del Puma, sí el señor José Luis Rodríguez.
¿Por qué escuchan esa música del año del pum? Yo quiero preguntarles, pero no me atrevo. La gente hoy se ofende muy rápido y pueden inferir que yo los estoy ¿juzgando? ¿acosando? ¿metiéndome en sus vidas? Tampoco es que soy la policía de la música.
Al final, todo el mundo puede escuchar lo que quiera. Yo agradecería que lo hicieran con sus audífonos puestos, pero cuando uno viaja en carro ajeno, tiene que oír la música de los demás.
Temerariamente, creo que tengo una explicación para esto. Las personas, al menos estas a mi alrededor, se aferran a canciones que son viejas conocidas, lugares seguros y que de manera feliz les recuerda a su pasado.
Quiero aclarar que no soy de aquellas que piensa que todo lo pasado fue mejor. No quiero volver en la máquina del tiempo a 1990. Espero no dejar ver mi cara en conciertos de estrellas que sacaron su último éxito hace 10 años.
Pero es evidente que muchas personas prefieren oír músicas de hace muchos años en vez de escuchar música nueva. Está la ventaja de que plataformas como Spotify te permite encontrar cualquiera de esos temas añejos y que hagas tu lista de canciones.
Y no es que toda la música de antes sea buenísima. Tampoco. Algunas son de una moridera de amor insufrible. Mi propia hija me ha preguntado por qué esa música romántica es tan triste. Me apresuro a decirle que es un romanticismo mal entendido, que el amor no debe ser de sufrimiento y es mentira que el que ama debe llorar y todo ese bla, bla, bla con que nos lavaron el coco.
Se me encoge el corazón de pensar que mi hija crea que amar es: ‘sin ti me muero’ o ‘eres mía y de nadie más’. Eso mucho daño le ha hecho a las relaciones.
Las canciones románticas, al parecer, en vez de modernizarse y mostrar relaciones más sanas se extinguieron entre lágrimas y mocos. Ya no hay baladas nuevas. O por lo menos no se popularizan como antes.
No quiero caer en el tópico común, aquello que todos dicen: que hoy solo se escucha reggaetón. Creo que hay muchos artistas haciendo música genial, pero por alguna razón no la estamos escuchando tanto.
Tengo por costumbre, después de que pasan los Grammy o alguna otra premiación musical buscar a esos ganadores que no conozco y así es que me pongo al día con música nueva.
Bueno, termino esto que estoy escribiendo y creo que me voy a poner a escuchar algo del Buki.