Dicen que uno se arrepiente de aquello que no hizo. Todo eso que no se experimentó por cobardía o por exceso de prudencia (otra forma de cobardía) duele después. Aún así, hay cosas que no haré. Sé que uno dice eso y después queda haciéndolo, pero no será mi caso. Y si alguien me ve caer en la tentación es porque estoy bajo amenaza o mi cuerpo fue ocupado por aliens.
Tocar serpientes: Jamás me ha llamado la atención nadar con los delfines. Menos, tocar serpientes. Tampoco me pondré una boa constrictor en el cuello para ver que tan constrictor es. Esas atracciones no son para mí. Pienso que la vida silvestre hay que respetarla. ¿Acaso a una le gustaría que animales confianzudos le estén tocando sin permiso?
Participar en ligas deportivas de oficina: No lo hice antes, menos lo haré ahora. Todas esas ligas están bien sin mí y yo estoy bien con todos mis huesos intactos.
Asistir a talleres de cuerdas: No, voluntariamente.
Caminar sobre carbones humeantes: Dale tú primero Tony Robbins, si tanto te gusta.
Baños de lodo o barro: Muchas gracias, pero no.
Acampar: Imagino que lo sospechaban: para mí la aventura tiene que incluir un cuarto decente de hotel.
Robar matas: Es antinatural que se pongan plantas bajo mi cuidado.
Hacerme un piercing: ¿Por qué agregar más dolor a la vida?
Aunque el ser humano debe siempre estar abierto a nuevas experiencias, ¿qué necesidad hay de pasar trabajo o ponerse en peligro de gratis?