Conocí a alguien que regresó de España, después de unos meses,  diciendo: ‘¿no te parece que esto mola?’. Soltaba aquella palabra para todo, o tal vez a mí me lo parecía. Con el tiempo dejó de usarla porque nadie le entendía.

Aquí en Panamá nada nos mola, no con esa expresión. Solo conocemos las molas que bordan y viste el pueblo guna. Esas sí que molan. Es que molar o mola, desde hace unos años, se popularizó en España para referirse a algo genial, estupendo.

Ahora que ya expliqué eso puedo hablar mejor de Carmen Mola. ¿Supieron? Su novela fue la ganadora, hace unos días, del premio literario de la editorial Planeta. Dotado este año con 1 millón de euros.

Cuando se supo que Carmen Mola era la triunfadora, sus lectores se pusieron al borde de la silla. Al fin sabrían quién era  la misteriosa escritora detrás de la famosa trilogía de novela negra, La novia gitana, que protagoniza la detective Elena Blanco.  ¿No lo dije? Carmen Mola es un seudónimo.

Mayúscula fue la sorpresa cuando apareció no uno si no tres autores a reclamar el premio. Dije autores porque resultó que eran tres tíos, para decirlo a la española, los que escribían los libros. La reina Letizia que entregó la distinción junto a su esposo el rey de España, tuvo que mantener la sonrisa.

Menudo jaleo se ha formado en los círculos literarios de España.  De un lado, los que celebraban la ocurrencia. Carmen Mola había dado alguna entrevista diciendo que era una profesora de mediana edad, pero que prefería reservar su identidad para que sus familiares no pensaban mal de lo que escribía.  De otro lado estaban los que se indignaron.

Para rematar esto había ocurrido en octubre, mes que celebra a las escritoras. Unos pocos decían: ‘pero si las mujeres escriben con seudónimos masculinos ¿por qué no pueden  los hombres firmar como mujeres?

Es verdad. Las mujeres han escrito como hombres pero porque con su nombre no podían o se les tomaba poco en serio. En la década de los noventa la editorial de la autora de Harry Potter le propuso firmar con sus iniciales, J.K. y no con su nombre, no fuera a ser que los varones no se interesaran por un libro escrito por una mujer.

A la fecha el premio Nobel de Literatura ha tenido 117 ganadores. Solo 16 han sido mujeres. Panamá tuvo este año  mayoría femenina en el premio Ricardo Miró, pero si acaso el 20% de todos los premiados han sido mujeres.

Nada de lo anterior mola.

No tardó una librería que vendía solo obras de mujeres en retirar los ejemplares de Carmen Mola de sus estantes.

Antes de ganar el premio, los autores que firmaban como Carmen, ya habían aceptado un contrato para una serie de tv con una productora que forma parte de la editorial que recién los premió. Así que  también asomó la sospecha: ¿premio a las letras o mercadeo?

Después de la entrega del premio, ha resultado que muchos sospecharon que la autora era un autor. Sobre todo por cómo describe a la protagonista: una mujer de 50 años con cuerpo de 20 y aficionada a encuentros casuales en camionetas en estacionamientos. Ella, que está divorciada y le gusta beber mucho, beber mucha grappa; ella, que le gusta cantar canciones de mina en el karaoke.

Razones había para sospechar.

¿Por qué eligieron publicar con nombre de mujer? Tal vez porque las novelas que escribían, con mucho crimen y sadismo, parecían comercialmente más interesantes escritas por una misteriosa profesora que por tres señores de mediana edad.

Algunos no perdonan que en una entrevista Carmen Mola, cuando se pensaba que era profesora, llegó a recomendar un  libro escrito por uno de los  autores detrás del seudónimo.