Presumo de no hacer mandados en días de quincena. Huyo de la calle los viernes en la tarde antes de un fin de semana de cuarentena ¿han visto cómo se pone intransitable? Pero como una nunca debe decir nunca, el 28 de febrero, el último día del mes, día de pago y antes de la cuarentena total, tuve que ir al banco.
Por supuesto que había una larga fila afuera del banco, por supuesto que sentí la tentación de salir corriendo, pero me obligué a quedarme pues ya no podía retrasar más aquel trámite pendiente. Así que me puse un cuchillo entre los dientes, lista para la batalla, ajusté mi mascarilla y me quedé.
En la fila me puse a pensar que debía haber dos tipos de personas allí: las que iban a la caja y las que necesitábamos hacer una consulta. ¿No deberían dividirnos? Por telepatía, creo, me escuchó el agente de seguridad quién empezó a preguntar a los de la fila: ¿caja o atención?
Resultó que a los que iban para la caja los dejaban pasar más rápido. ¡Mala suerte la mía! Pero no tan mala porque pronto avanzó la cola y entré al banco más rápido de lo que pensé.
Adentro, en un espacio climatizado, había que hacer una segunda fila que prácticamente era dirigida por otro agente de seguridad, un hombre ágil que incansablemente indicaba a todos donde debían ir y ponerse para hacer su trámite y evitar aglomeraciones.
Tenía calculado en qué silla se debían sentar los que entraban en busca de atención al cliente y donde debían los que iban a caja si ya habían llenado la volante: ‘Pase por aquí’, ‘espere un momento’, ‘siéntese allí, distinguida dama’, ‘ya puede pasar caballero’… Tenía, además, una palabra amable al abrirle la puerta y despedirse de los clientes. ‘¿Listo?’, ‘hasta luego’, ‘pase una bella tarde’.
Aunque en algunos momentos mostraba signos de fatiga, como un suspiro largo, seguía con su faena. Hacer un trabajo de pie, por tantas horas, por más entrenamiento que se tenga, no es fácil.
En estos tiempos que nos ha tocado vivir el mandado más sencillo requiere de más esperas y requisitos de bioseguridad. Pero es de mucha ayuda y hace la diferencia cuando las empresas se preocupan por facilitar las cosas a través de un manual de procedimiento y cuentan con personal eficaz y amable. Ojalá esa buena manera de trabajar sea reconocida por sus jefes. Yo hice lo que podía: felicitarlo por su buen trabajo.