Sí, ya sé que esto que les voy a contar es más viejo que andar a pie, pero no por eso deja de sorprenderme todos los años. Justo por esta época hay conocidos, vecinos, amigos y hasta hermanos que se vuelven unos contra otro y todo por ser de diferentes calles. No importa si la calle queda allí mismito.
En un telenoticiero de esta semana vi a unos vecinos amenazándose: “Tenemos a la única reina”, “Nuestra majestad es la verdadera”, “Les vamos a dar el verdadero lujo y esplendor”, “Ya verán”.
Solo me faltaron unas palomitas de maíz para seguir esta trama. Bueno, acepto que no es tan interesante porque es la misma de todos los años. Como ya dije.
En Panamá somos gente de paz, menos cuando se trata de carnavales. Allí empiezan los dimes y diretes entre la Calle Arriba y la Calle Abajo. Si hay Calle del Medio también. Y eso pasa en múltiples lugares, pues a Momo se le rinde homenaje en muchos lugares del país.
Claro que hay quienes están en las playas, quienes están en retiros espirituales, quienes cogieron un avión y se fueron del país, así como quienes están en interior pero de su casa. Pero para esta época los focos están en las carrozas, las comparsas, y al fin llegó lo que tanto yo esperaba... el carnaval.
La rivalidad que provoca el carnaval es incomprensible para los que estamos fuera. Para los que no tenemos Calle. No podemos entender como los mismos vecinos que se saludan y se ayudan todo el año, que fueron a la escuela juntos, que hasta son compadres, se ubican en sus esquinas y se tiran pullas. Esquinas en que por supuesto sobra canutillo, murga y cohetes.
Ganará el que tenga más de todo lo anterior. Pero invariablemente nunca hay perdedor porque todas las calles se proclaman ganadoras, absolutas y excelsas.
Ah, sí porque también hay una competencia de adjetivos. Del fondo del baúl de las palabras domingueras se rescatan términos como: donaire, esplendor, gallardía, excelsa, majestad, soberana (y no es la cerveza, aunque a veces sí). Adjetivos caen como confeti en la calle.
Pero detrás de tanta palabra primorosa los carnavales también son un espacio de creatividad y de esfuerzo. Son muchos los artesanos y artistas que muestran su talento y ganan con ello honradamente el sustento.
Es algo refrescante ver a la gente orgullosa de su calle. Porque el resto del año hay demasiada pesar por las cosas que no van bien.
Desde ese punto de vista, qué vivan los carnavales y la Calle.... no, no voy a meter en ese berenjenal.