No habíamos terminado de partir el dulce de cumpleaños de una amiga, cuando ella comentó que mañana volvería a celebrar en la casa de su papá.
Si bien hay quienes quisieran festejar con tanto estruendo y eventos como la boda de Anant Ambani y Radhika Merchant, mi amiga no es del tipo de personas que hace unas patronales de su onomástico. Aclaro que quienes lo hacen están en su derecho.
Su razón para doble -y cuidao triple- festejo la conocía yo bien: sus sobrinitos.
Los adultos tenemos a veces una relación de odio y amor con los festejos de cumpleaños. Hay quienes no quieren acordarse y menos que lo hagan los demás. ¿Les conté de un colega que se fue huyendo de la oficina cuando vio que le teníamos un pastel y presintió que seguía el grito “¡sorpresa!”? Volvió al día siguiente.
Sin embargo, muchos anticumpleaños, grinch de los dulces, thanos de las piñatas, cambian de actitud cuando la familia empieza a retoñar y aparecen los hijos, sobrinos o nietos.
Los niños adoran los cumpleaños. Apenas tienen noción de lo que es un cumpleaños —piñata, pastel, velas que apagar y “azúcar en exceso” como dicen los nuevos etiquetados— desarrollan un radar para detectar quién será el próximo cumpleañeros y logran estar de primeros en la fila del cantaito y el dulce.
Para niñas y niños los cumpleaños son felicidad, y piensan que todo el mundo los celebra como ellos. Recuerdo a mi hija cuando tenía entre cuatro y cinco años de edad insistir en cuál era el tema del cumpleaños de su tío y después cuál sería el de su papá. Así como ella había tenido cumpleaños temáticos de Minnie, la princesa Brianna y Rey de Star Wars, pues también quería esa dicha para ellos. Eso era de rigor.
Aún cuando el cumpleaños no sea de un familiar cercano, si los niños están en la fiesta siempre se llevan el papel protagónico: quieren apagar las velas, no resisten la tentación de meter los dedos en el pastel y probarlo. Por supuesto, esperan que les sirvan su platito de enseguida, aunque muchos apenas lo prueban.
Cuando creces y tienes niños cerca, tus cumpleaños dejan de ser solo tuyos. Lo más sorprendente es que lo disfrutas.
* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.
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