Hay cosas que ya no se dicen. ¿Se han dado cuenta? Con el paso del tiempo las palabras cambian. Las modas pasan y las cosas, aunque sean las mismas, empiezan a llamarse de otra forma.
No hace tanto usábamos, y espolvoreábamos, la palabra colorete. Ese rubor artificial agregado a las mejillas femeninas no era un blush ni rubor, era colorete. Mi mamá lo usaba y, como todas las mujeres de aquella época, aconsejaba no abusar.
Había polvo de cara, porque había polvo de cuerpo (muy perfumado) y creo que este último ahora pocos lo usan. Después aparecieron los polvos compactos, polvos traslúcidos, polvos minerales y tantos otros que ¡cof! ¡cof! no me caben ni dejan respirar aquí.
Las mujeres no se depilaban las piernas. Se las rasuraban con la maquinilla de afeitar. Aunque creo que muchas más se hacían el bleach, que era aplicarse un químico para aclarar los vellos, sobre todo los del brazo.
Lo que hoy conocemos como esmaltes fueron pintauñas. Cuando tenían ese nombre todos eran de color rojo, a veces rojo puro y otras veces más suavecito, pero a nadie se le había ocurrido todavía el color azul, verde o gris. Lo más audaz era llevar rojo con blanco.
Antes de usar jeans, llevamos pantalones diablo fuerte. Eran exactamente la misma cosa que los jeans de ahora, pero tenían ese nombre temerario. Así lo pedíamos en los almacenes de los años 1980, ya fuera El Chapulín o Bon Bini.
Antes de que empezáramos a destrampar, quise decir rasgar, desteñíamos los diablo fuerte y a eso le llamábamos prelavado.
También tuvimos pantalones leggins, pero les llamábamos chicle, y en algún momento fueron lycras. Se usaban bajo blusas anchas con hombreras. No con blusas de tiritas. Por supuesto, había quienes levantaban las cejas y desaprobaban tanto los pantalones pegados como las tiras.
Nadie se metía con los t shirts porque no había. Teníamos suéter. Creo que casi todo lo que no era una camisa, era un suéter. Para las mujeres eran blusas.
En la escuela teníamos prohibido usar las camisas embuchadas. En vez de meterlas bien dentro de la falda, como decía el reglamento, le dejábamos un aire en la cintura, como embolsada.
Los varones también tenían sus modas. Ajustaban sus pantalones para que la basta del pantalón les quedará muy ajustada, ‘boca de rifle’, decían los profesores y por allí mismo iba la reprimenda.
Al cabello crespo, con bastante gel, le llamábamos curly. Al cabello liso se le hacía una ola y se le ponía fijador, bastante. Lo llamábamos spray para el pelo. Estuvo muy de moda el corte doble tono. Alto al frente, bajo atrás. Todas esas modas (no tendencias) mortificaban a los padres y maestros.
Como ven, palabras van y vienen. Coloretes van y blush viene.