Hay un placer, para algunos, en juzgar a las mujeres por lo que se ponen. Malo es que lo hagan los hombres. Peor es que lo hagan las mujeres.

Sé que hay una ropa y un lugar para cada cosa. Y no me refiero a eso. Me refiero a la mirada impertinente que usamos para criticar a otras. Hay que darse cuenta de que eso está mal, muy mal, y cuando nos venga un pensamiento así hay que darle con una chancleta.

Y quiero convencerlas, sí, a ustedes, con estas cinco razones de por qué una mujer no debe juzgar a otra.

1. Si juzgamos, nos juzgan. “Allí va esa.. ¿qué se cree para ponerse esos shortcitos?”. Pero, ¿cómo nos sentiríamos si nos dijeran eso? Ah, pero es que usted nunca se pondría unos pantaloncitos tan repelentes, ¿verdad? Pero sí usaría vestido de baño.

¿Y saben que hay quienes juzgan a las que usan faldas largas o mangas hasta la muñeca mientras están a 30 grados y bajo un sol que pica? Van al culto vestidas así, y tienen derecho a hacerlo.

Si es por criticar, siempre habrá una razón.

2. Su belleza no le quita a la tuya. Hay ciertos comentarios que, seamos honestos, son parte de una cultura de la envidia. De creer que si otra mujer es guapa, o no lo disimula, entonces eso resta belleza al resto. “Es tan guapa que habría que matarla”, dicen algunos, medio en broma y con bastante celo. ¿Hasta cuándo esa cultura de la envidia?

3. Y al final, ¿qué te importa? Vivir y dejar vivir suena bonito, y lo es. La gente tiene derecho a vestir y ponerse lo que quiera, así sea que el mundo piense que es ridícula. Escandalicémonos por un crimen. Vestir mal o bien no lo es.

4. ‘¡Por culpa de la minifalda!’. Se ha perpetuado la creencia de que las mujeres provocan a los hombres, provocan que las miren con lujuria, provocan que las insulten, que las toquen, que las violen.

Qué mal que etiquetemos a los hombres de bestias sin control. Qué mal que no veamos que atacar a una mujer no tiene que ver con lo que lleva puesto.

5. Por nuestras hijas y nietas. Si queremos un mundo mejor para ellas no les enseñemos a juzgar a otras. Basta de decir: “mira a esa actriz, está casi en cueros” o “mira a esa presidenta inteligente, pero… qué mal se viste”.

Eso crea inseguridad, baja autoestima, miedo al qué dirán. ¿Por qué regalaríamos eso a nuestras niñas?