Hace unas semanas, en un sondeo vía Facebook, preguntamos a los lectores de revista Ellas cuál era su día favorito del mes de noviembre. Recibimos muchas respuestas: que si el cumpleaños de papá, que si la fundación de tal ciudad en provincias, pero  no faltó quien mencionara: “el 1 de noviembre, porque antes era el Día del Niño“.

Se veía venir esa respuesta.

Hasta el  año 2004, festejábamos a los pelaos ese primer día del undécimo mes del año. A partir de 2005, por ley, se cambió al tercer domingo de julio.

No pasa un año sin escuchar un lamento porque el Día del Niño ya no es más el 1 de noviembre. Ojo, que esta queja no viene de ningún chiquitín de hoy. Ellos ni recuerdan el cambio. Si bien, parece que esto fue ayer,  pasó hace 15 años.

Las razones para mover la celebración eran varias: noviembre era un mes con muchos feriados; la festividad se perdía; se suponía que con la nueva fecha el día dedicado a los pequeños resultaría más destacado: un domingo dedicado por completo a ellos. Suena lógico.

Lo cierto es que el corazón y la nostalgia no atiende a razones.

Por si me lee un recién llegado a este país, o por si a alguien se le olvida, el penúltimo mes del año es el más patriótico de esta libre, bella Panamá, como dice La Marcha Panamá. Ya me dieron ganas de cantarla.

Conmemoramos la separación de Colombia (y si nosotros añoramos el 1 de noviembre, hay que ver cómo a Colombia le duele haber perdido Panamá, pero eso merece un escrito aparte), también brindamos y tenemos feriados por la independencia de España y sus gritos heróicos en  varias ciudades. Además se honra a los símbolos patrios. Como si fuera poco, para final de mes ya huele a Navidad. Es un ambiente de gozo.

En 1954 la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas recomendó a los países instituir un Día del Niño para remarcar sus derechos. Antes del siglo XX los niños eran considerados adultos que tenían que crecer, seres incompletos, no se les apreciaba por quienes eran y poco se les protegía.

Cada país escogió una fecha para sus niños. Entre nuestro vecinos, Colombia lo celebra el último sábado de abril. Costa Rica, lo hace el 9 de septiembre. Panamá por muchos años celebró el 1 de noviembre.

De manera internacional, el 20 de noviembre es el Día Universal del Niño,  y en 2019, ese día, se cumplirán 30 años de la Convención de los derechos del niño.

Como crecí en la época de los militares, recuerdo los Días del Niño como fechas en las íbamos a la escuela y nos visitaba la guardia o sea los miembros de las Fuerzas de Defensa con bolsas de pastillas, galletas cuqui  y una manzana, siempre había una manzana aunque pocos se la comían por ácida y revejida.

Nos llamaban los hijos predilectos de la revolución, aunque en casa oíamos otro discurso.

Cuando corríamos con más suerte recibíamos boletos para ver a los perros policía, amaestrados, en el estadio Juan Demóstenes Arosemena, en Curundú. Ese era un espectáculo canino inolvidable, que incluía  hasta al payaso Campanita. Y más pastillas y galletas.

Otros niños, sobre todo en el interior, celebraban también en la escuela con actos culturales, poesías, canciones, arroz con pollo y chichas, preparado por los maestros y los padres.

A finales de la década de 1990 y al principio del nuevo siglo algunos enlazaban la fecha del Haloween, 31 de octubre, con el Día del Niño por aquello de los disfraces y las pastillas.

Lo cierto es que desde que a los niños se les celebra en julio, comercios y jugueterías suelen hacer más actividades y promociones. El estado también organiza y patrocina eventos dedicados a que los más pequeños se diviertan. Sin embargo hay muchas personas que olvidan por completo la fecha.

En 2014 hubo una propuesta de Ley para volver al 1 de noviembre como Día del Niño, y aunque estuvo respaldo de muchos nostálgicos, no prosperó.

Si lo vemos en un sentido práctico: sí, noviembre es un mes saturado de festivos. Pero nos acostumbramos, lo celebrábamos en la escuela, hasta se escogía un consejo de autoridades infantiles para sesionar en los Municipios y eso era noticia. No nos regalaban juguetes, porque los juguetes solo se daban en Navidad.

En fin, las actividades felices de ese día quedaron en la memoria. Por eso es comprensible que una generación  añore y defienda que el 1 de noviembre sea siempre el Día del Niño.