‘¿Por qué no se va para su casa?’, ‘Ya se debería jubilar’, ‘Debería estar cuidando nietos’, ‘Que deje ese puesto a una persona joven’.
Las anteriores son frases que escuché en la Policlínica Presidente Remón, en Calle 17, instalación médica que forma parte de la Caja del Seguro Social en la ciudad de Panamá. Son frases que, entre dientes o a veces de manera menos discreta, comparten los usuarios y pacientes al quejarse de la atención o trato de alguna enfermera o personal técnico quien, por sus canas y su andar, parece estar en la edad de la jubilación. En Panamá las mujeres se jubilan a los 57 años y los hombres al cumplir los 62 años.
Tales expresiones también reflejan la percepción generalizada que en el país existe sobre los adultos mayores que laboran. Sobre todo si se encuentran en instituciones gubernamentales. De ellos se dice que deberían irse a sus casas a descansar porque ya hicieron su contribución al país o, con menos delicadeza, que sus mejores años ya pasaron y que ocupan un puesto que deberían ceder a una persona más joven.
Que los jóvenes encuentren trabajo, debido a que son la población a la que más le cuesta insertarse en el mercado, ha sido una de las metas en materia laboral de diferentes gobiernos en los últimos años. Con tal fin se han realizado programas que tienen la intención de abrir oportunidades de trabajo a quienes recién se acaban de graduar y no tienen experiencia.
Acompañado de esos proyectos, en la última década se ha promovido el retiro de la administración pública de los funcionarios que por su edad se acogieron a la jubilación. Los llamados programas de retiro voluntario consisten en otorgar varios meses de salario a quienes tomen esa puerta de salida. En Panamá, por ley, no es obligatorio retirarse al cumplir la edad que la ley estipula para ello.
Por supuesto que para algunos funcionarios esa es la oportunidad que estaban esperando. Pero, ¿qué ocurre con ellos que quisieran seguir trabajando, ya sea porque en su ocupación encuentran propósito, les gusta o porque no pueden darse el lujo de prescindir de ese ingreso económico?
Hay también quienes escogen la alternativa del retiro anticipado presionados por los comentarios de los demás y por creencias limitantes que les indica que una persona de cierta edad, con décadas en el mercado laboral, debe dar un paso al lado. El no hacerlo sería egoísta.
Para quedarse o para reubicarse en otro lugar estas personas deben enfrentar el edadismo, que es la discriminación por razón de edad, especialmente de las personas mayores o ancianas, así lo define el Diccionario de la Real Academia Española.
En ambos extremos de la vida, los trabajadores panameños enfrentan una realidad parecida. Por un lado, jóvenes que no encuentran trabajo y les cuesta insertarse y por otro lado empleados de mayor edad que una vez salen del mercado laboral no consiguen reinsertarse.