Todos los sábados y a veces los domingos entra a mi casa. Yo me tomo un té. A ella no le ofrezco nada. Es Diana Uribe y su programa  Historia del Mundo, por Radio Caracol en internet y por Radio Panamá, los sábados a las 10:00 a.m.

Allí presenta a los soñadores, a los visionarios y los chiflados que moldearon este mundo. Entre ellos a Alejandro Magno, al que llama el jefe de prensa de los griegos, porque amó y propagó la cultura helénica. A otro Alejandro, Humboldt, el que con sus viajes y ciencia nos enseñó la belleza de América.Sobre los libertadores de América se pregunta: ¿Cómo se le puede agradecer a un libertador? ¿Le ponemos oficina? Y allí sondea el problema que tuvo cada país para darle un lugar en la vida civil a estos señores después de haber hecho sus gestas.

Diana presenta al inglés  Winston Churchill, el único que vio venir el horror de Hitler, que haría caer a toda Europa, menos a Inglaterra. Para eso estuvo Churchill, para inspirar a su pueblo a luchar. No con promesas demagogas, sino con frases históricas, como aquella de “solo tengo para ofrecerles sangre, sudor y lágrimas”. Y tras ofrendar eso y más  alcanzaron la victoria.

Pero a Churchill lo ponía de cabeza Gandhi, ese flaquito que iba con su palito reclamando la independencia de la India de Inglaterra. Por Gandhi es que se puede salvar el siglo XX, exclama Diana Uribe, después de describir el horror de la Primera y Segunda Guerra, y de la bomba atómica. Porque las armas de Gandhi eran el ayuno y la certeza de que había muchas causas por las que él estaba dispuesto a morir, ninguna por la que estaba dispuesto a matar. El fin no justifica los medios, y una idea noble no debe defenderse con bajezas.

Y hablando de bajezas. La venganza ha sido pavoroso motor de la historia. Nelson Mandela combatiendo en África el apartheid supo  que había que parar de vengarse. Los jóvenes en Irlanda se cansaron de matarse y de vengarse. El conflicto que no sale de la venganza nunca se va a detener. Porque nadie está nunca lo suficientemente vengado. “Una no se levanta un día y dice, ‘¡oh, qué vengada que amanecí hoy!”, ironiza Diana.

Esta colombiana se convirtió en lo que es hoy viendo la guerra del Golfo Pérsico en 1991 por televisión. Yo también la vi. Esa guerra que cubrió CNN, como quien tiene los derechos de transmisión de un Mundial de fútbol. Nos decía: “aquí vemos el ataque”. Pero uno no veía nada. Una lucecita allá lejos. Eso era la guerra en la TV.Y después de esa guerra y los atentados del 11 de septiembre vino para Occidente el nuevo casting de los malos. Ya no eran los rusos, ahora serían los árabes y los musulmanes. Diana invita a no quedarnos con estereotipos y a investigar para que nos formemos un criterio.

Quien dice que la historia le aburre es porque no le ha puesto cuidado o no encontró a alguien que se la contara como esta magnífica Sherezade. Gracias por llevarnos en tu alfombra mágica.